De la vida de Mal Pelo

Crítica cultural de Ágreda para TRIBUNA

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De la vida de Mal Pelo
Fotografía: Rafa Crespo.
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.
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Pep Ramis es un personaje filiforme. Es una figura de Giacometti. Es el hombre que camina por un espacio en blanco en el LAVA. El blanco, dice Miquel Barceló, es el color del deseo. El blanco sería el pensamiento. The Mountain The Truth & The Paradise es para decirlo pronto, la historia de un hombre que gravita sobre su propio impulso. Sus pies, sus manos, su rostro le conectan con el público y le convierte en El hombre que camina de Mal Pelo.

Sabe que tiene que vivir con esa pena, que canta Terremoto de Jerez, Y es por eso que el público se identifica con su personaje desde el minuto uno. Como la escultura de Giacometti, Pep Ramis está todavía sin pulir, solo, en los huesos. Está angustiado. Adivinamos lo que piensa cuando anda, corre, habla y salta por la Sala Concha Velasco.

Su fragilidad es la de todo ser humano. Su figura se convierte en un símbolo.  Caminar le resulta liberador. Caminar, como dijo el poeta, es ser, es existir, es pensar... En cada paso hay una esperanza, una sensación de libertad. La fragilidad del ser humano no le impide ir en busca de la verdad en todos los idiomas.

El sábado estuve viendo Double Infinite The Blue Bird Call y aquello ya fue otra historia. Nunca, nunca había oído que me hicieran tantas preguntas en la hora y pico que duró la representación. Ni cuando saqué el carnet de conducir.

Hay que tener mucho cuidado cuando una obra se convierte en una Caja de Pandora, porque hay que hilar muy fino para que aquello vaya tomando forma unitaria sin dejar de ser complejo. Solo cuando dejaba de sonar la música y se prescindía de las imágenes y Pep Ramis y María Muñoz se movían por el escenario reaparecía la belleza del primer día y permitía al espectador viajar "al otro lado de país de la nieve en busca del pájaro azul...".

Acabo de venir de ver Bach, la tercera obra que Mal Pelo ha representado en el LAVA este domingo y el alma de María Muñoz fundirse en la conmovedora música del Clave bien temperado de Bach. Como siente y hace sentir al público que la mira extasiado y es capaz de transportarle a ese tiempo detenido, silencioso y exhaustivo de la música que tiene Bach y liberarle durante un tiempo del cautiverio de la vertiginosa actualidad. 

 

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