Es emocionante la exposición que tiene Oscar Herrán en la Sala de Exposiciones del Museo de la Universidad de Valladolid. No me esperaba disfrutar tanto. Tiene este pintor un don especial para observar la cotidianidad del paso del tiempo.

Observar y simplificar con una pincelada lo que está pasando en la calle, en la playa, en la montaña... Tiene esa cualidad que tienen los buenos de dar importancia al color que en muchos cuadros es más real que en cualquier fotografía.  Aquí hay mucho trabajo bien hecho. Tienen sus cuadros una belleza intrínseca que puedes encontrar por ejemplo en ese cuadro extraordinario de Albert Marquet titulado La playa de Fécamp.

Esa capacidad que tiene Oscar Herrán para salir a la calle y plasmar en sus cuadros las experiencias, las conversaciones y lo cotidiano enriquece la mirada del visitante. Aquí hay belleza a raudales. El placer es un requisito del arte.

Poseen los cuadros de Oscar Herrán una belleza especial porque solo pinta lo justo, solo lo necesario, lo que quiere que veas y nada más. Diríamos que sus cuadros llevan el marchamo de la sustracción. Quita cosas para dejar solo lo esencial. Cuando se elimina lo que sobra para llegar al corazón de los asuntos lo que queda siempre es atemporal.

El visitante tiene la obligación de imaginar. La imaginación hace posible que los cuadros tengan vida propia e invita a mirar  por unos momentos la vida de esa gente que sale en los cuadros como sin querer, por casualidad. 

Esta exposición es una manera, la manera que tiene de ver el mundo Oscar Herrán. Su creatividad, su ingenio, sus trazos, sus colores son un escape de este mundo donde todo tiene que tener se tiene que traducir en pasta, pasta, pasta.

Una obra de arte, una exposición siempre la termina su espectador. La relación que se establece entre los cuadros y el visitante otorga un conocimiento que es de agradecer. Siempre es momento para aprender a mirar y dejar que las imágenes que crean los artistas nos afecten. Por eso es necesario ir sin prisas, tomarte tu tiempo para que aquello que estás viendo te haga el efecto necesario.

El arte de Oscar Herrán es producto del trabajo. Tomarse en serio el trabajo, ser disciplinado y pasar en el estudio horas y horas peleándose con los colores y las perspectivas, es decir interiorizando, es decir pintando tiene un resultado verdadero, sin trampa. Por decirlo rápido, el trabajo de Oscar Herrán es pregnante.