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Valladolid, ciudad impar

Palabras contra el olvido 542

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Valladolid, ciudad impar
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.
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Justo en el momento de entrar en el Patio Herreriano para ver la exposición Manolo Laguillo. Valladolid. Aquí y Ahora, una tormenta "caribeña" está descargando toda su fuerza por la ciudad. Desde el segundo piso, a resguardo, aquello es un espectáculo puro y duro. Dura unos minutos, pero tengo que decirlo, impacta. Las fuerzas de la naturaleza cuando se ponen serías son imprevisibles.

Después "del espectáculo" natural entras a ver las fotografías de Manolo Laguillo, y qué quieren que les diga, que me parece un Valladolid soso, gris, sin gracia y hecho a toda máquina (valga la redundancia). Sí que es un Valladolid reconocible, como no, pero he visto fotografías de Valladolid de fotógrafos anónimos que dan mil vueltas a esta. Este Valladolid que ha fotografiado Manolo Laguillo no me gusta nada por decirlo rápido.

Le falta vida, le falta alma, le falta color, le faltan las estaciones, le falta la gente. Solo ha fotografiado el cemento, los ladrillos y todas las esquinas de Valladolid que parece que las ha sacado de una película del NODO. Hay, otro Valladolid que aquí no sale. Y es el Valladolid de la vida en las calles, sus jardines, sus iglesias, su comercio, su olor a bar mañanero cuando pasa el camión de la limpieza, sus bicicletas, sus universitarios?

Y le han dado a Manolo Laguillo dos salas: la 1 y la 2 hasta el 4 de febrero de 2024. Pero da la casualidad que mirando por los cristales del museo encuentras "un Valladolid" donde el otoño está haciendo acto de presencia, donde el color de las nubes embellece las calles y las plazas. Una ciudad, en definitiva, verde que aquí en esta exposición no se ve por ningún lado.

Ver una exposición no tiene que requerir ningún esfuerzo, pero está por mi parte lo requiere porque llega un momento que todas las fotografías me parecen hechas a la misma hora y el mismo día. La ciudad que paseo todos los días, está llena de cosas para ver, solo pasear por la Calle Miguel Íscar, la calle más bonita de Valladolid y llegar a la Plaza Zorrilla y ver la luz en la Academia de Caballería, bien merece una visita a la ciudad.

Sentir las fotografías te da conocimiento. Toda exposición buena que se precie gira alrededor de eso. Solo el arte debe registrar los matices de la vida, aquí en esta exposición brillan por su ausencia. No creo en la utilidad práctica de las fotografías, solo en su disfrute. Otra vez será.

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