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Cyrano de Bergerac, la nariz que viajó al espacio

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Cyrano de Bergerac, la nariz que viajó al espacio
Escultura de Cyrano de Bergerac (Fotografías: Gabriela Torregrosa)
Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria
Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria
Lectura estimada: 5 min.

Quien pone el pie en la ciudad francesa de Bergerac suele sorprenderse al no encontrar la casa natal del afamado Cyrano. Ni museo, ni ruta, ni siquiera unos dulces en forma de nariz en confiterías de lustre añejo. Quizás para compensar tanta parquedad, no una, sino dos estatuas que lo representan reciben al visitante en dos pintorescas plazas. Una dualidad idéntica a la de las dos figuras que se esconden bajo el nombre de Cyrano de Bergerac: la de carne y hueso y la de ficción.                                       

Cyrano de Bergerac fue un personaje real que vivió en la Francia del siglo XVII. En 1897, el dramaturgo Edmond Rostand convirtió su historia en una de las grandes obras del teatro universal, traducida a muchos idiomas y constantemente representada, pero se permitió muchas licencias, inventando pasajes y suavizando u omitiendo los aspectos menos recomendables de su biografía. Un personaje asociado para siempre a su prominente nariz. Será que las mentirijillas del autor se la agigantaron, como a Pinocho en la obra que Collodi escribió solo una década antes.

El auténtico Hercule-Savinien de Cyrano, que pasaría a la historia como Cyrano de Bergerac, nació en París en 1619, hijo de un abogado que por matrimonio entró en la pequeña nobleza. No provenía de Bergerac; adoptó el título porque su abuelo había adquirido una pequeña finca en la localidad, y allí pasó parte de su infancia.

A los 19 años se alistó en la Compañía de las Guardias Francesas, un cuerpo de infantería de élite al que perteneció D'Artagnan. Fue herido en el sitio de Arras durante la Guerra de los Treinta Años, lo que le forzó a retirarse del ejército solo dos años después de alistarse. En ese tiempo se caracterizó por duelos y trifulcas.

En los años siguientes, Cyrano se dio a todo tipo de excesos y dispendios. Por sus malos hábitos su padre, hombre severo y religioso, dejó de atender sus peticiones de sustento económico.

En 1647 el padre murió: la herencia permitió a Cyrano dedicarse a su pasión, la escritura. Su pluma era afilada y nadie escapaba de ella, por alto que fuera su cargo.

Tras su muerte se publicó su obra más famosa: El otro mundo, en dos partes: Historia cómica de los Estados e imperios de la Luna (1657) e Historia cómica de los Estados e imperios del Sol (1662), inconclusa. Es la primera descripción literaria de una máquina para viajes espaciales. Narra un viaje a la Luna y al Sol del protagonista, probablemente un autorretrato de Cyrano, pues su nombre es prácticamente un anagrama: Dyrcona.

Las almas van al Sol después de morir y, mientras que la mayoría se funden con él, las de los filósofos sobreviven. Allí Dyrcona encuentra a Sócrates y Descartes, y expresa sus ideas sobre la autoridad, la religión y la sociedad. La sátira con la que retrata su mundo hizo de ésta su obra más transgresora.

En 1654, Cyrano resultó gravemente herido en la cabeza por caerle una viga de madera en circunstancias nunca esclarecidas: quizá estuvieran detrás sus numerosos enemigos. Acogido por su hermana Catalina, superiora del convento de las Hijas de la Cruz, murió allí un año después, en 1655, a los 36 años. En el convento también estaba su prima Madelaine Robinau, inspiradora del personaje de Roxanne en la obra de Rostand. Era la hermosa viuda del barón Christophe de Neuvillette, muerto en el cerco de Arrás, cuyo apellido se mantiene en la ficción para el enamorado de Roxanne.

El Cyrano de Bergerac real dejó huella en el arte: el dramaturgo Molière se inspiró en sus obras satíricas y el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke lo consideró pionero del género. Pero fue el marsellés Edmond Rostand quien lo inmortalizó en la obra de teatro Cyrano de Bergerac, idealizando como héroe romántico a este personaje, en vida tan criticado.

Cyrano de Bergerac, el protagonista, es un soldado inteligente pero poco agraciado, deformado por su enorme nariz, una característica que parece haber compartido el Cyrano real. Está enamorado de su prima Roxanne, que quiere a Christian de Neuvillette, un joven guapo y poco ingenioso. Éste llega a un trato con Cyrano para que le escriba sus cartas de amor a Roxanne. Ella, sin sospechar la verdad, cuando ya es tarde, se da cuenta de que ama a Christian por su personalidad, no por su físico. Esta historia ha sido varias veces llevada al cine, con José Ferrer o Gérard Depardieu en el papel principal.

El día del estreno de la obra de teatro de Rostand, el 27 de diciembre de 1897, unos ensayos plagados de deficiencias hacían temer el fracaso. Hasta un amigo de Madame Rostand aconsejó eliminar la célebre diatriba de las narices. Sin embargo, contra todo pronóstico, los espectadores seguían en el teatro de la Porte-Saint-Martin de París a las dos de la madrugada, tras más de dos horas de aplausos y de hacer salir 42 veces al escenario a saludar a los actores, encabezados por el célebre Coquelin, que interpretaría a Cyrano 950 veces más tras ese día. 

El éxito de la obra teatral de Rostand fue tan arrollador que cuando veinte años después el autor murió con 50 años, su esposa confesó: "siempre he vivido a la sombra de Cyrano de Bergerac; momentos hubo en que no sabía de quién era viuda: si de Edmond Rostand o de Cyrano".

En la bonita ciudad francesa de Bergerac en la Dordoña (Nueva Aquitania) en 1967 se formó un comité de ciudadanos para impulsar erigir una estatua a Cyrano por suscripción popular. Las autoridades también aportaron patrocinio y en 1977 se inauguró una estatua de piedra en la Place de la Myrpe, obra del escultor del Périgord Jean Varoqueaux.

El año 2000, el ayuntamiento de Bergerac encargó una nueva estatua al escultor Mauro Corda, esta vez en bronce pintado, para la Place Pélissière. Fue inaugurada en 2005. Es Cyrano enamorado, con los ojos claros y la boca entreabierta, presta a besar, que mira hacia el balcón de St. Jacques, donde Roxana podría asomarse. La base es un cilindro con espejo, que ofrece una distorsión de la nariz del espectador que se acerque a mirar. Su forma alude al viaje a la luna en la emblemática obra del Cyrano escritor.

La asociación Amigos del Museo Cyrano de Bergerac se creó en el año 2000 con el objetivo de dedicar un espacio museístico al Cyrano real y al ficticio. Casi un cuarto de siglo después, el proyecto aún no se ha materializado, resultando tan etéreo como su homenajeado. Tal vez tuviera razón el Cyrano teatral al afirmar: "Filósofo, físico, poeta, espadachín, músico, inventor, gran polemista y amante, pero no por su bien: aquí yace Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac, que fue todo y no fue nada".

Pero es innegable que el personaje se ha convertido no solo en un mito francés hasta el punto de ser incluido en el espectáculo de Puy du Fou en Francia, sino que también ha sabido trascender sus fronteras para convertirse en una referencia universal imperecedera.

 

 

Fotografías: Gabriela Torregrosa

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