TRIBUNA habla con los directores de los principales teatros de la ciudad: Zorrilla, Cervantes, Calderón y Carrión
Llamadme Urbanski
La crónica cultural de Ágreda de este lunes en Tribuna Valladolid
Krzystof Urbanski. ¡Linotipista, repítalo cien veces! El director polaco que dirige esta noche la OSCyL es un temblor de la naturaleza: descarado, natural, creativo, desprejuiciado, libre, pulcro, imprescindible para la música clásica. A fuerza de adjetivos, inclasificable. ¡Qué descubrimiento, madre mía!
La música es una invención de los seres humanos para defenderse de la muerte. Es una manera de esconderse. Por eso la música de Prokófiev y de Shostakóvich que escuchamos esta noche en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del CCMD nunca morirá.
En Romeo y Julieta de Prokófiev está la eternidad. Suena los primeros compases de Montescos y Capuletos (Suite n2) y te das cuenta que su música ha seducido y seducirá a los oyentes del siglo veintidós. Toda obra innovadora, nos recuerda Proust, crea su propia posteridad, al ir seduciendo uno por uno a lo largo del tiempo a los aficionados capaces de apreciarla.
Una orquesta es una representación de la sociedad a pequeña escala. Eso lo sabe muy bien el director que dirige esta noche a la OSCyL, el joven polaco Krzystof Urbanski que tiene fijar un objetivo común, esa es su misión y lo consiguió, vamos que lo consiguió con nota muy alta. Este director es un tipo cerebral, elegante y meticuloso. Dirigió la 5ª Sinfonía de Dmitri Shostakóvich y logró desde la primera nota que la exaltación y el placer se instalara en el patio de butacas de manera inesperada.
La música que llegaba al oído del oyente era maravillosa de una fragilidad y una perfección que atravesaba el cuerpo y la mente y se instalaba en el corazón. A los músicos de la OSCyL se les veía orgullosos de la forma tan magistral que estaban ejecutando la sinfonía de Shostakóvich y al director se le veía pletórico por ver a unos músicos que ejecutaban con mimo sus instrucciones.
Todos los gestos de Urbanski llevaban el marchamo de la inteligencia y de recursos técnicos. Fue capaz de escanear perfectamente la partitura: se escuchan todas las notas porque las desmenuza y las metamorfosea para que lleguen con el sonido perfecto al respetable. Este polaco tiene todo: flexibilidad, abandono, espontaneidad e intensidad.
Las emociones no son otra cosa que un conjunto de reacciones viscerales y somáticas, tanto es así que el cuerpo toma decisiones sin consultarte. Fue terminar la última nota del concierto y se produjo en la sala un frenesí, una algarabía, una alegría y una sensación de bienestar físico que solo faltó un notario para que diera fe de que aquello nos había rejuvenecido diez años.
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