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Dámaris, trasplantada de corazón: "Tenía que fallecer un niño para que yo pudiera vivir"

La joven vallisoletana nació con una cardiopatía congénita. Ahora, más feliz y llena de vitalidad, asegura que "ya no sobrevive, como hacía antes"

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Dámaris, trasplantada de corazón: "Tenía que fallecer un niño para que yo pudiera vivir"
Dámaris Furones
Aitana Sánchez Hernández
Aitana Sánchez Hernández
Lectura estimada: 3 min.
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Latido a latido. Así reconoce que vive la vida Dámaris Lugones, una joven vallisoletana que nació con una cardiopatía congénita compleja. "Estaba en muerte súbita. Por suerte, me empezaron a poner medicación y reviví", relata. A pesar de todo, la joven de 25 años no tiene malos recuerdos de su infancia, pero sí que notaba que "podía hacer menos cosas" que sus compañeros de clase, se sentía "inferior", pero nunca ha sentido rechazo por parte de ellos.

A los 18 años, a Dámaris y a sus padres les dieron la noticia de que necesitaba un trasplante de corazón, porque llevaba más de un año "muy enferma". Iba en silla de ruedas y "estaba cansada todo el rato", asegura. Al principio no quería trasplantarse porque "sabía que tenía que fallecer un niño para seguir viviendo", y eso fue muy duro para ella. "Fue como arrebatar la vida a un niño y a la familia. No podía con ello y al principio lo rechacé".

Unos días después, su familia le convenció para que aceptara, pero tenían que esperar a que hubiera un corazón compatible. "Fueron siete meses muy duros de espera. Cada vez me iba apagando más y podía hacer menos cosas". La vallisoletana no podía ducharse ni comer sola, lo hacían sus padres y su hermana.

El trasplante de corazón

"Tatá, hay un corazón para ti". Dámaris se encontraba paseando con su novio cuando recibió la llamada en la que su hermana le dio la noticia. La joven se puso muy contenta, pero a la vez le entraron los miedos y la angustia de: "¿y si no despierto? ¿Voy a poder volver a hablar?".

"Cuando abrí los ojos, estaba cansada, pero me sentía muy feliz y llena de vitalidad. Yo nunca había notado palpitar el corazón, y cuando desperté notaba la frecuencia cardiaca constantemente", detalla la joven.

Una operación tras otra y "a verhasta cuándo duraba" era el constante de Dámaris antes del trasplante. "Ahora voy poco a poco, porque tengo muchos problemas neurológicos: se me olvidan muchas cosas; tengo temblores en las manos; problemas digestivos, etc. Ahora me sigo cansando pero antes el cansancio era constante desde que me acostaba hasta que me levantaba. Ahora puedo vivir. Ahora ya no sobrevivo como antes".

"No sé cómo me va a ir deteriorando la enfermedad. No creo que el corazón me dure muchísimos años. Me dijeron que a los diez años podía fallar, porque es lo que suelen durar, pero yo creo que me va a durar más. Le tengo mucho cariño y le cuido mucho".

Dámaris estudia Medicina en la Universidad de Valladolid, algo que tiene mucho que ver con su enfermedad. Desde pequeña ha sido "una niña de hospital", donde ha pasado muchos meses. "Esa gente que te cuida tanto y que te quiere no son ni enfermeras ni médicos, son como familia. Les quieres tanto que quieres llegar a ser como ellos han sido contigo. Necesitas devolverles ese favor".

"Estoy viva gracias a la familia que donó el corazón de su hijo. Se han acordado de que con ese dolor tan inmenso puedan superar la enfermedad de otra persona", concluye Dámaris.

2 Comentarios

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usuario anonimo 3/14/2023 - 11:13:37 PM
Llorando me encuentro. Eres un ser de luz y doy gracias.
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usuario anonimo 3/12/2023 - 10:06:38 AM
Enhorabuena, que todo vaya a mejor
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