El mundial de fútbol de 2022 que está a punto de comenzar es raro. Tiene lugar casi en invierno, rompe el ritmo de todas las competiciones nacionales, será el que menos aficionados extranjeros llevará a los estadios en lo que va de siglo, los puestos de cerveza estarán semi escondidos, se han contratado figurantes como aficionados de las selecciones participantes, habrá zonas separadas y prohibidas para las mujeres, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España recomienda a quienes viajen no exteriorizar afecto en público porque allí eso no se lleva, se jugará con aire acondicionado en los estadios, etc. Y el seleccionador español será influencer streamer...
La elección de Qatar como sede de la Copa del Mundo lleva años generando críticas. Mucho se ha hablado y escrito de recompensas y sobres con petrodólares a miembros de la FIFA, de los intereses empresariales, diplomáticos y militares de la Francia de Sarkozy en la época en la que se realizó la votación, de la ausencia de derechos de la mujer, de la persecución del colectivo LGTB o del cambio de fechas para acomodarse a las temperaturas del país, evitando así riesgos en la salud de los futbolistas.
El emir de Qatar, el jeque Tamim Bin Hamal Al Thani, es un hombre de 42 años, educado en el Reino Unido, con tres esposas, que llegó al poder porque su hermano mayor renunció a sus derechos. Es un tipo listo, conocedor del poder del marketing deportivo a nivel global, miembro del COI, dueño del PSG, organizó en 2015 un campeonato mundial de Balonmano para demostrar al mundo las posibilidades de grandes eventos en un país musulman con petróleo y gas. Ha conseguido su mundial de fútbol, un escaparate inimaginable en pleno siglo XXI en un país que no es democrático.
La FIFA ni se inmuta. Business is business, que dicen por ahí. La pasta es la pasta, que decimos por aquí. Estar al frente del fútbol mundial debe ser uno de los mejores curros (¿?) que hay en el planeta, aunque a veces te pillen con la mano en el cajón. El anterior presidente de la FIFA, Blatter tuvo que dimitir, piden cárcel para él por presunto chorizo, y su sustituto, Infantino, artífice del experimento Qatar, está más que preocupado, le llueven críticas por doquier. En la ceremonia inaugural no han querido actuar cantantes de la talla de Rod Stewart, Shaquira o Dua Lipa en protesta por la ausencia de derechos humanos en el país anfitrión.
Los aficionados al fútbol disfrutamos con los mundiales cada cuatro años, especialmente cuando nuestra selección llega lejos. Sólo hay que recordar en España la copa de 2010. Qué gozada. En esta ocasión acudimos a la espectativa, con un equipo plagado de chavales, con varios futbolistas que no son titulares ni en sus equipos, sin estrellas. Estamos en manos de un seleccionador también un tanto extraño, Luis Enrique, al que se la soplan las críticas de la prensa y de los aficionados descontentos. Veremos cómo resulta su plan.
La Copa del Mundo de Fútbol Qatar 2022 arranca bajo sospechas múltiples (los más veteranos recordarán la Copa de Argentina 1978). Qué le vamos a hacer quienes disfrutamos del espectáculo, de la tensión del momento, de la competitividad entre las mejores selecciones, quienes sentimos el escudo de nuestro país, los que queremos ver a España conseguir su segunda estrella, aunque se trate simplemente de una actividad que consiste en 22 paisanos en calzoncillos corriendo detrás de una pelota, del deporte con más seguidores en los cinco continentes y el que más dinero genera.
¡Vamos España!