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Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno de la gente. Últimamente nos lo repite cada vez que tiene ocasión. Él y su Gobierno representan a la gente y la oposición "a la derecha política, económica y mediática". Nos lo volvió a decir el martes, en una entrevista en TVE, emitida por La1, Canal 24 Horas, Radio 5 y RTVE.es, en la que nos contaba que "dedico el 95% del tiempo a hablar con Bruselas, hablar con líderes europeos y hablar con actores económicos para tratar de resolver problemas del día a día de la clase trabajadora". De que dedica muchísimo tiempo a hablar no cabe duda. Pero le queda muy poquito para escuchar, nada para resolver problemas y casi nada para dormir, aunque esto no es problema ya que, como sabemos, no puede desde que Podemos está en el Gobierno.
Es curioso que, siendo el presidente de la gente, Sánchez suspendiese el pasado sábado el acto previsto en Toledo, alegando problemas de agenda, lo que viene siendo un compromiso posteriormente adquirido, muy en plan Óscar Wilde. Tras el chasco del primer show en Sevilla de su Vótame A Mi World Tour, "que te vote Txapote", el presidente de la gente ha debido pensar que la forma más segura de rozarse piel con piel con esa gente a la que tantos desvelos dedica es hacerse una entrevista en una tele que, como la Fiscalía, ¿de quién depende? Pues eso.
Pero más curioso aún es comprobar que a la gente cada vez le importa más una higa lo que les diga su presidente. La entrevista tuvo una audiencia de 787.000 espectadores y una cuota de pantalla del 5,9%. Y eso que se emitió en prime time, que es como las teles llaman a la franja horaria de más audiencia, y que el Telediario que precedió a la entrevista lo siguieron 1.200.000 espectadores. Mientras Sánchez nos contaba lo insolvente y poco preparado que está Feijóo, la gente se había ido a divertirse al Hormiguero o a dormir.
Tradicionalmente, los partidos de izquierdas decían representar al pueblo, pero desde la revolución francesa el pueblo se antoja algo peligroso, muy de cortar cabezas y de clavarlas en una pica. Intentaron luego lo de representar a la nación, pero esto hoy en día es un concepto demasiado confuso y hay muchas, tantas que no sabemos ni cuántas. También estaba eso de "los oprimidos", a los que ahora está muy mal visto mencionar. Además, el oprimido suele estar cabreado e identifica al opresor más con quien gobierna que con quien aspira a hacerlo. Incluso el Partido socialista era en su día Obrero Español, pero desde hace un tiempo, España ni mencionarla, mejor decir estado o país. Y los obreros, al menos los que no viven en países comunistas, hace ya tiempo que no son proletarios y les jode que les sigan tomando el pelo los de siempre. Así que "la gente", en general, resulta un sujeto mucho más amable y es a la que ahora aspira Sánchez a representar.
Decía Ortega (y también Gasset) que la gente es todos, pero nadie determinado, "así que la gente es nadie". Y claro así se entiende mucho mejor a quien representa en realidad este Gobierno de la gente. Y se entiende también cómo es posible que, en Andalucía, donde yo cuando voy veo mucha gente, al candidato de Sánchez le pasara lo que le pasó. Lo que no está claro es cómo consiguió Juanma Moreno la mayoría absoluta sin que le votase la gente, pero eso seguro que nos lo explica el presidente en la próxima entrevista. Y ya sabe, como nos ha recordado su ministra portavoz, "mentir es pecado", así que espero que no nos vuelva con eso de que en la crisis de 2010 los recortes los hizo el PP. Zapatero a tus zapatos.
De momento, se dedica a contarnos que el PP "defiende los intereses de las eléctricas". Y esto tampoco deja de ser curioso, porque como me apunta un gran amigo, que por casualidades de la vida comparte nombre y primer apellido con el presidente de la gente y el segundo con Ortega, la nómina de socialistas en puestos directivos de estas empresas es y está muy bien nutrida: Antonio Miguel Carmona en Iberdrola, Elena Salgado en Endesa, Pepiño Blanco y José Montilla en Enagás, Narcís Serra en Naturgy y Jordi Sevilla y Beatriz Corredor en Red Eléctrica. La guinda es el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, que no siendo socialista sí es del PNV, partido al que presidente de la gente no puede permitirse acusar de formar parte de la derecha, l?arithmétique parlementaire oblige, pese a que lo es en realidad.
Siendo el presidente del Gobierno de la gente, no estaría mal preguntarle a la gente algunas cosas. No olvidemos que la Constitución concede a Sánchez la prerrogativa de convocar referéndums. ¿Qué tal si pregunta a la gente lo que piensa de la "ley trans" según la cual uno puede decidir si es hombre o mujer según se levante cada mañana? ¿O qué piensa la gente de la Ley de Memoria Democrática, esa con la que tan contento está Bildu tras colar una enmienda en la que se habla de "la lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos" de los terroristas? Y de todas esas leyes que según este Gobierno representan el sentir de la gente. Mejor aún ¿y si le preguntamos a la gente qué opina de su alianza con Otegui, tan partidario de los referéndums y de la libertad de "nuestros presos", o de su cercanía a ERC y del apoyo del PSC a los indepes para que no se estudie español en Cataluña?
Mejor no arriesgarse presidente. Y dado el escaso eco de su entrevista en La 1, pues a rodar un "docu-reallity" con cargo a nuestros impuestos, para que la gente sepa de primera mano lo dura que es la vida del presidente que la representa, por supuesto sin afán propagandístico ni electoral, eso lo va a vigilar Bolaños, y que se emitirá, oh casualidad, justo antes de las elecciones de mayo. Será algo muy en plan "Vota a Juan" y lo que no sabemos es si el presidente tendrá un doble para las escenas de riesgo, es decir por si hay que rodar algo en la calle. Lo que sería impagable es poder ver las tomas falsas.
Pese a las encuestas y a los fracasos de audiencia en entrevistas y debates, Sánchez dice que "no nos vamos a rendir". Seguirá volando en Falcon sin corbata, mil y pico litros de keroseno por hora, lo que gasta un español medio en un año, al grito de "el cambio climático mata". Utilizará todos los recursos de Moncloa para rodar una serie que demostrará a la gente lo listo, lo guapo y lo alto que es, lo bien que se viste y lo bien que habla inglés. Y sobre todo, huirá de esa calle levantisca y abucheadora. Con lo bien que se está con la gente en La Moncloa. Con la gente decente, la del partido de toda la vida, la que hace las preguntas adecuadas y aguanta con estoicismo las peroratas. Que por ahí hay muy mala gente.
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