El artista actuará el próximo 26 de abril en el parking del Estadio José Zorrilla
El Lavadero Danza: de pequeñas historias a grandes producciones
Enriqueta Morejón descubrió la danza cuando era una niña, y desde entonces para ella "bailar es igual a vivir"
Hablar con Enriqueta Morejón es como abrir un libro sobre danza y cultura. Es la génesis de la sabiduría, y eso queda reflejado en sus espectáculos que proyectan mimo, delicadeza y calidad. No hay movimientos ni palabras al azar. Ella mide cada detalle para contar historias sobre un escenario.
Desde que el mundo es mundo, la Tierra ha girado alrededor del sol, y del mismo modo los humanos han utilizado la danza para expresarse. Enriqueta asegura que "bailar es inherente al ser humano. Todos los niños bailan y hacen de ese baile un juego. Yo no fui una excepción".
Su primer contacto de forma "consciente" con la danza fue a finales de los años 70, cuando se sentó frente al televisor y estaban emitiendo el programa 'La Danza', presentado por Ana Lázaro. El ballet de Prokofiev, inspirado en el Romeo y Julieta de Shakespeare, la cautivó. Los bailarines eran Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn, que se erigieron como una de las parejas de baile más aclamadas en la época.
A Nureyev se le conocería, además de por su personalidad arrolladora, por su deserción a Oriente en plena Guerra Fría. Durante una gira por París, en 1961, se enamoró de la ciudad del amor y de un bailarín occidental. Antes de embarcar rumbo a Rusia, pidió asilo político. Un año más tarde se asociaría con el Britain Royal Ballet y actuó por primera vez con Margot Fonteyn. Nureyev también compartiría escenario con Martha Graham, bailarina recordada por su rostro singular y por su fuerte carácter, prueba de ello es su famosa aseveración: "El centro del escenario es donde yo estoy".
Enriqueta Morejón dice que no quiere parecer "exagerada ni absurda", pero reconoce que para ella "bailar es igual a vivir". Nureyev también confesó algo similar, "tú vives mientras bailas", de forma que Enriqueta no va desencaminada con su sentimiento.
La profesional vallisoletana recuerda que a sus doce años tuvo un segundo contacto. "La danza contemporánea la descubrí leyendo las memorias de Isadora Duncan", rememora. La bailarina estadounidense escribiría en su autobiografía, 'Mi vida', una frase que bien podría resumir la fluidez de sus movimientos: "Nací a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas..."
En 1993 Enriqueta comenzó a impartir clases. "Unas compañeras de Pie Izquierdo Teatro y Pasito a Paso Producciones alquilaron un local enorme y me invitaron a unirme a su proyecto". Así, en 2009, surgió 'El Lavadero', nombre que hacía referencia a que el local había sido un taller de coches. "Cuando nos separamos encontré otro local que casualmente se había dedicado al lavado de maquinaria", en la calle Oasis "y mantuve el nombre".
Durante el verano El Lavadero no descansa, se convierte en un 'campamento' de danza para el período estival. Uno de los talleres más aclamados es el de jazz lírico. Esta disciplina aúna técnicas como el ballet o la danza contemporánea con "la energía y la expresividad de la danza jazz". Afirma que hay que tener unas "mínimas herramientas técnicas" para conseguir un "trabajo coreográfico bellísimo".
Enriqueta además de impartir clase, rescata pequeñas historias que podrían pasar desapercibidas y las convierte en grandes producciones. "Me interesa mucho mezclar texto y danza. Pero da problemas porque no hay tanta gente que interprete y baile bien".
Anna Pavlova y sus zapatillas
'Las Zapatillas de la Pavlova' es un espectáculo que lleva doce años recorriendo escenarios de la mano de la compañía Enriqueta Mo Danza. A Anna Pavlova, a quien Enriqueta define como "una absoluta estrella de los Ballets Rusos", le han robado sus zapatillas de baile. Dos detectives privados "muy alocados" buscarán ese objeto imprescindible para Anna Pavlova mientras interactúan con el público y acercan la historia de la danza y curiosidades.
Los cuentos de Katherine Mansfield
Enriqueta expone que 'Los sueños de Rosabel' es una adaptación en clave de danza-teatro de la obra 'El Cansancio de Rosabel', de Katherine Mansfield, que cuenta la historia de una humilde dependienta de una sombrerería con los sueños propios de la juventud. "Es muy bonito, íntimo, sensible y amable", reconoce.
Mansfield fue una escritora neozelandesa contemporánea de otra gran escritora británica, Virginia Woolf. La relación entre Woolf y Katherine, de hecho, comenzó más bien similar a la polémica literaria entre Quevedo y Góngora. Sin embargo, acabaron confesando la admiración que una sentía por la otra. Enriqueta cuenta emocionada que, cuando Katherine Mansfiel murió, Virginia Woolf dijo que "ahora para qué escribiría, si Katherine no podría leerlo".
Un club literario de mujeres afganas
Una de sus últimas creaciones ha sido 'Aguja Dorada'. Enriqueta cuenta que "Aguja Dorada era un club de costura que ocultaba un club literario para que las mujeres afganas pudiesen escribir, aprender, leer etc." Surgió en 1996, durante el régimen talibán. La ley islámica prohibía que las mujeres pudieran estudiar.
El proyecto nació durante una de las clases que imparte, 'El laboratorio coreográfico', en el que "buscamos e investigamos diversas posibilidades coreográficas". 'Aguja Dorada' es un espectáculo para "bailarinas amateurs como son estas alumnas de El Lavadero". Cuenta que ellas no se dedican a la danza de forma profesional "aunque muchas podrían porque bailan muy bien y además son disciplinadas, serias en el trabajo y apasionadas, y eso mucha de la gente que se hace llamar profesional no lo tiene".
Cuenta con más de 300 piezas cedidas por una decena de instituciones vallisoletanas
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Dentro del ciclo 'Escolares y en familia', Paco Díez ofrece un concierto centrado en la tradición