La Navidad siempre es sinónimo de felicidad, de amor, de reencuentros, de unión familiar y de muchos otros sentimientos que hacen que estas fechas sean tan deseados por muchos. Sin embargo, esto no es así para todos. Estas fechas no serán una época de festividad y celebración para las más de 50 personas sin hogar que viven en las calles de Valladolid.

Con la llegada del frío y las lluvias propias del invierno, la falta de recursos pasa factura a aquellos que se ven obligados a dormir en la calle.  Las personas que se ven obligadas a vivir en la calle se enfrentan a sinfín de dificultades y barreras, y en muchas ocasiones se vuelven invisibles para el resto.

Se trata de un colectivo que carece del acceso no solo a una vivienda sino a otros numerosos bienes y servicios básicos, reconocidos como derechos de las personas, como son la salud o la educación.

La vida de una persona sin hogar es el ejemplo más duro de exclusión social en una sociedad occidental de hoy en día. Aunque es un colectivo heterogéneo- cada persona tiene su propia realidad y su historia personal-, a menudo concurren factores como una enfermedad mental no tratada, una adicción o condición de inmigrante ilegal con problemas de comunicación, según aseguran desde la Fundación Intras.

Con el aumento de la cantidad de solicitantes de asilo que llegó a Valladolid, asociaciones como Cáritas Diocesana de Valladolid, Cruz Roja y la Fundación Intras luchan cada día para proporcionar ayuda a las personas que se encuentran viviendo en las frías calles de Valladolid.

Jordi es un hombre de 61 años que día tras día se levanta cada mañana y se sienta en la calle Santiago para pedir limosna. Al día no consigue ni 20 euros para poder alimentarse. Vino hace 10 años a España desde su lugar de origen, Rumanía. No habla muy bien español, y eso le supone un gran inconveniente para encontrar un trabajo. Actualmente, vive en una casa de acogida proporcionada por el Ayuntamiento de Valladolid, a través de la Fundación Intras. Llegó a Valladolid junto a sus hijos con la esperanza de que su situación económica mejorase. Nada más lejos de la realidad. Su situación, y la de su familia, ha empeorado, pero gracias a diferentes fundaciones como Cáritas Diocesanas, Cruz Roja, o INTRAS, puede comer caliente en los comedores sociales y vivir en una vivienda digna de acogida.

Cáritas Diocesanas estiman que entre 50 y 60 personas celebrarán las Navidades en las calles y sin ningún hogar al que volver. El perfil más habitual es el del hombre de unos 40 años con poca formación académica. Los datos locales señalan que, en su mayoría, los que acuden a los Centros de Día de Cáritas son, con un 90%, hombres y un 10% restante, mujeres.

Daniel Diaz, educador social del Centro de Día de Cáritas: “Durante estas Navidades continuamos atendiendo a las personas que no acceden al albergue municipal de Ayuntamiento. Les proporcionaremos desayunos, duchas y todo lo relacionado con la higiene personal, como ropa íntima, calcetines, lavado de ropa, etc. Por otro lado, también les proporcionamos tratamiento psicológico mediante una trabajadora social que se encuentra en nuestro centro de día”.