El drama prospera en Zorrilla

El Real Valladolid no pudo superar (1-1) a la UD Las Palmas, y no fue por ocasiones, sino por falta de acierto, entre otras razones. Los de Álvaro Rubio, que jugaron con un jugador más desde el minuto 29 por la clara expulsión de McKenna, no lograron derribar el muro amarillo, que se mantiene al filo del precipicio. De hecho, tuvieron ocasiones suficientes como para haber ganado, pero la contundencia le lastró durante el choque.

UNA EXPULSIÓN QUE CAMBIA EL RUMBO

Las Palmas entró mejor al partido. Se adueñó del balón y se acercó con mayor peligro a la meta de Hein, ante la pasividad de la defensa blanquivioleta, que resistía como podía. La jugada entre Hein y Sandro en el minuto 3 era una buena muestra de lo que estaba pasando en el terreno de juego. De hecho, el colegiado De Burgos Bengoetxea se tomó su tiempo para decidir si la caída era penalti.

Parecía que era un buen ejemplo para poder cambiar el rumbo del choque, pero ni con esas el Puela lo hizo. Los visitantes, que siguieron atacando, probaron desde lejos a Hein, pero el estonio sacaba el balón con una gran estirada. Un minuto después de esa intentona de Viti, Sandro vio puerta con fortuna. Su disparo fue desviado por Javi Sánchez y el balón entró al fondo de la red (0-1). Lo celebraban los aficionados canarios, que coloreaban de amarillo la grada visitante. En este tramo de partido, los de Diego Martínez (que se la jugaba en Zorrilla) pusieron la directa y estuvieron cerca de rematar a los locales, que no reaccionaban, aunque Anuar marcara en fuera de juego.

...Y en el mejor momento llegó la expulsión. Un pase comprometido de Essugo le llega a Anuar, que se adelanta a McKenna para encarar a Cillessen. El central le paró y el colegiado no se lo pensó: le sacó la tarjeta roja. Martínez pedía a su futbolista que no se fuera del césped por si el VAR rectificaba la decisión de De Burgos, pero no se dio el caso.

Los locales, a partir de ese momento, tenían todo el encuentro por delante, y con uno más, para remontar. Es más, dieron un paso hacia adelante y 'embotellaron' a su rival, que pedía la hora. En el añadido, aun así, Anuar volvió a empatar el encuentro, pero su gol, de nuevo, y esta vez por milímetros, no subió en el marcador. Su posición dejaba que la segunda mitad dictara sentencia.

UN GOL INSUFICIENTE

Con uno más, el Pucela lo intentó todo en la reanudación, pese a que Las Palmas parecía aguantar con relativa tranquilidad. Rubio, obligado a agitar la coctelera, metió cuatro hombres de refresco que surtieron efecto nada más hacerlo. Iván Sánchez, el mejor de los suyos desde que entró, puso el balón al segundo palo, donde Marcos André y Juanmi Latasa estaban preparados para fabricar el empate (1-1).

A partir de ese momento, el monólogo del Pucela fue prosperando, al igual que el drama tanto deportivo como institucional. Sánchez y Moro se pusieron manos a la obra y comandaron el ataque blanquivioleta. De las botas de ambos, de hecho, salían las mejores ocasiones que, entre Cillessen, el poco acierto, la mala toma de decisiones y la zaga visitante desbarataron. Los amarillos siguieron sufriendo ante las contantes intentonas de ambos pero, milagro mediante, ninguna de las acciones fue recompensada. El cancerbero sacó una gran mano a un disparo de Moro cuando la grada se ponía de pie, lo que desesperaba a Martínez, que veía que se le escapaba el punto obtenido.

Aznu, que se atrevió a subir en alguna que otra ocasión, también pudo dar la victoria al Real Valladolid, pero la mandó arriba cuando parecía que lo tenía todo a placer. En total, los más de 12 córners que pusieron los locales tampoco fue el detonante para lograr el segundo gol, aunque hubo algún que otro centro para olvidar. Bengoetxea, al final, señaló el camino a los vestuarios con un drama evidente. El empate no le vale para nada a un Pucela que, pese a intentarlo y merecer la victoria, se va con las manos vacías, las mismas que tendría cualquiera con los escasos 16 puntos que refleja la clasificación.