circle
24h

La política de las pequeñas cosas y las ciudades

Nueva entrega de 'Mientras el aire es nuestro', la sección de Juan González-Posada, como cada martes en TRIBUNA

imagen
La política de las pequeñas cosas y las ciudades
Juan González-Posada
Juan González-Posada
Lectura estimada: 4 min.

"La política de las pequeñas cosas", propuesta en 2006 por el sociólogo Jeffrey C. Goldfarb, invita a defender la democracia desde lo cotidiano, a través de las interacciones en los espacios urbanos, la cultura y las relaciones sociales. Este enfoque resurge hoy como una respuesta directa a las políticas basadas en discursos incendiarios y en el uso de los medios y las redes para manipular la información, lo que alimenta el descontento social y genera un vacío político. Dicho vacío busca, y a muchas veces logra, que la democracia se perciba como algo lejano, burocrático y desconectado de la vida cotidiana.

Frente a esta política de división, que convierte la política en un espectáculo de indignación permanente y monopoliza la conversación pública con narrativas polarizantes, urge un cambio. Como advierte la filósofa Judith Butler, "mientras Trump emite cada día una serie de órdenes ejecutivas y pronunciamientos públicos devastadores y espantosos, nunca ha sido tan importante evitar dejarse arrastrar por su obscenidad y centrarse en cómo están interconectados los problemas". En lugar de respuestas reactivas, la política de las pequeñas cosas propone construir soluciones tangibles y duraderas.

No solo importa el contenido del debate, sino también la forma en que se desarrolla. La agresividad y la confrontación constante han contaminado el espacio público, generando fatiga social y bloqueando la posibilidad de construir soluciones compartidas. El exceso de negatividad erosiona la confianza y refuerza el aislamiento. Es necesario recuperar un debate basado en ideas y creatividad, donde la política no sea una lucha entre enemigos, sino un proceso de deliberación. Abandonar la lógica del enfrentamiento y fomentar el diálogo es esencial para fortalecer la democracia en lo cotidiano.

La gravedad de estas políticas y el poder de la nueva "oligarquía tecnológica" que las respalda —capaz de amplificar el miedo, difundir desinformación y concentrar el poder— hacen imperativo fortalecer el modelo democrático. No basta con denunciar el populismo; es necesario desarrollar alternativas que fomenten el diálogo, la colaboración y la construcción de una ciudadanía más activa.

En este contexto, las ciudades medias como la nuestra se presentan como espacios estratégicos para implementar esta visión. Su escala permite una política de proximidad, en la que los cambios se perciben de forma tangible y generan un impacto directo en la vida de las personas. Diversas experiencias en Europa lo demuestran. En Friburgo y Bolonia, la creación de espacios públicos accesibles y bien conectados ha fomentado la convivencia democrática. En Lund, Suecia, la inversión en movilidad sostenible y el transporte público gratuito para jóvenes han mejorado la calidad de vida y reforzado la cohesión social. Cuando los ciudadanos experimentan mejoras concretas en su entorno, disminuye la sensación de abandono y, con ella, la receptividad a discursos populistas que explotan el resentimiento.

También es clave abordar la desigualdad y la falta de oportunidades, factores que, según economistas como Thomas Piketty y Branko Milanović, han alimentado la percepción de que las élites gobiernan de espaldas a la mayoría. Ante ello, algunas ciudades medias han desarrollado modelos innovadores para recuperar el control de su desarrollo económico. En Preston, Reino Unido, el modelo de "community wealth building" fortalece la economía local al priorizar a los proveedores regionales e incorporar prácticas de gobernanza colaborativa que involucran activamente a la comunidad. En Nantes, Francia, el apoyo financiero a pequeñas empresas culturales y tecnológicas ha promovido un crecimiento descentralizado y resiliente. Estas estrategias han reducido el desempleo y devuelto estabilidad a la comunidad, sin recurrir a promesas populistas irreales.

Otro frente crucial es la batalla cultural y mediática. Como explica el historiador Timothy Snyder en 'Sobre la tiranía', la democracia se debilita cuando el debate público se reduce a un espectáculo. Por ello, es fundamental crear espacios mediáticos que contrarresten la desinformación y ofrezcan narrativas auténticas que conecten con la ciudadanía. Iniciativas como las redes de medios comunitarios en Nantes y el apoyo a medios ciudadanos en Bristol demuestran cómo una comunicación democrática puede alejarse de la lógica del escándalo y fortalecer el sentido de comunidad.

Finalmente, las ciudades medias deben transformar su administración local para afrontar los retos de una época marcada, entre otras cosas, por la digitalización. Las instituciones deben modernizarse adoptando modelos de gobernanza ágiles, transparentes e inclusivos, incorporando estructuras innovadoras -como laboratorios urbanos, plataformas digitales de participación y oficinas integradas de gestión de políticas públicas- que, con un principio de exigencia y responsabilidad ciudadana, faciliten el diálogo y la coordinación de respuestas a problemáticas complejas. Al promover alianzas entre el sector público, la sociedad civil y el sector privado, así como fomentar la colaboración intermunicipal y el intercambio global de experiencias, es posible modernizar la administración local y reforzar la legitimidad democrática. En Eindhoven, Países Bajos, y en Helsinki, el uso inteligente de datos y tecnologías emergentes ha impulsado una administración digital participativa, evidenciando cómo la innovación en la gestión pública puede convertirse en un motor de transformación social.

La política de las pequeñas cosas, aplicada en ciudades medianas, permite recuperar la confianza en lo público, fortalecer la cohesión social y ofrecer una alternativa real al populismo. Si los demócratas queremos superar el marco impuesto por Trump y otros líderes similares, debemos dejar de limitarnos a reaccionar como ellos, y empezar a construir, desde lo cotidiano, una visión de futuro que devuelva sentido y propósito a la política.