Guillermo Ruiz atiende a TRIBUNA en Madrid en un año que espera que sea decisivo sin descartar que se prorrogue, de nuevo, la instrucción
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Con el paso de los años, el abogado Guillermo Ruiz Blay ha tenido que ejercer de psicólogo para empatizar con sus clientes. Sin embargo, cuando la relación pasa de lo profesional a lo personal, no se tratan de la misma manera las circunstancias, aunque estas no dejen de ser dolorosas. Él es el encargado de llevar la defensa de la familia de Esther López en un caso tan mediático como "dificultoso" para todos, incluidos los que no lo vivimos en primera persona.
Ruiz Blay, del Bufete Polanco & Seijas Abogados, atiende a TRIBUNA en Madrid con la tranquilidad de saber que está todo el trabajo "documentado y entregado", a la espera de lo que decida la jueza, ya que, según el abogado, en cuanto practiquen las diligencias pendientes de la otra parte involucrada, el procedimiento judicial podría iniciarse. Aun así, no descarta que se prorrogue, de nuevo, la instrucción, algo que entiende que no debería ocurrir.
En esta entrevista, además, repasa cómo han transcurrido los hechos desde que le pusieron en contacto con la familia, a la que ha tenido que pedir paciencia en más de una ocasión.
PREGUNTA: Han pasado más de tres años del presunto asesinato a Esther López. ¿Cómo lo recuerda?
RESPUESTA: La primera noticia que tengo es a través de los medios de comunicación. He de reconocerte que intuía que me tocara el caso. Son cosas que te va dando el paso de los años y la experiencia profesional. Recibí una llamada para reunirme con la familia y con ellos me vi en el pueblo, en su casa. Estuvimos hablando de lo que había sucedido. A día de hoy, ya puedo decir que la relación que mantengo con la familia no solo es profesional, sino también personal. Ambas las vivo de manera muy intensa.
P: ¿Contactaron con usted horas después de lo sucedido?
R: No. El contacto no fue tan directo al principio. Fue una tercera persona quien nos puso en contacto. La familia estaba en una situación compleja y dolorosa. No tenían la cabeza para pensar en un abogado o en otro. Fueron otras personas los que buscaron y valoraron opciones para defenderles. Yo no conocía a la familia.
P: En ese momento, ¿esperaba que los plazos se demoraran tanto?
R: La Justicia acaba siendo como la Seguridad Social. Hasta que uno no tiene la necesidad de acudir, no se da cuenta de la situación a la que se enfrentan a diario los profesionales. La Justicia es una administración que está abandonada desde hace muchos años. Ha sido muy complejo y difícil ir avanzando en este caso. Lo hemos hecho gracias, entre otras cosas, a la excelente labor de la Guardia Civil. Siempre hace muy buen trabajo, pero especialmente destaco este.
P: Entonces, ¿cree que la Justicia no ha sido justa con la familia de Esther López?
R: En la instrucción, desde mi punto de vista profesional, han faltado y han sobrado cosas. Hemos mantenido una relación de colaboración permanente. El papel de la Fiscalía de Valladolid, en un asunto que implica un asesinato de una joven en la provincia, es, muchas veces, inexplicable. Hemos peleado mucho. Entiendo que, de cara al juicio, tendremos una mayor cercanía o una mayor homogeneidad en los planteamientos.
¿Los plazos? Son, desgraciadamente, los habituales. Hay que tener en cuenta que la media de este tipo de casos en España ronda los cinco años. Si el procedimiento finaliza a los cinco años de su origen, se entiende que es un procedimiento estándar.
P: Y sabiendo que son cinco años los que dura, de media, cada caso... ¿No se ha planteado tirar la toalla?
R: Los procedimientos judiciales tienen más peso para los clientes que para el abogado. El abogado tiene que gestionar un trabajo, con una implicación, por supuesto, evidente. El que lo sufre cada mañana al despertarse es el cliente. He visto clientes enfermar, he visto clientes morirse, he visto clientes desesperarse... Y estas cosas pasan por un procedimiento judicial. Sería entendible, y hasta económicamente rentable, que los procedimientos sean mucho más cortos. No se puede tener a la familia víctima todo el tiempo.
P: En este caso en concreto, ¿ha podido separar lo personal con lo profesional?
R: La relación personal con los clientes existe. Cada relación tiene su grado. Desde luego, la empatía juega un papel fundamental. Reconozco que, en este caso, la relación es tremendamente personal. Es complicado lo que pasa cuando se juntan diversos sentimientos. Mi objetivo es frenarlos, pero no todo el tiempo lo consigues. Aconsejo decir esto o aportar aquello... Cada abogado lo gestiona a su manera. La verdad es que es un caso con una carga emocional importante.
P: ¿Ha ejercido de psicólogo?
R: Siempre. En todos los casos existe una carga de psicología.
P: ¿Le ha ayudado?
R: Es necesario. Tratamos con personas, con jueces, con fiscales... Hay que tratar de entender a todo el mundo, como pasa con los clientes. Uno puede levantarse con el estómago revuelto, con dolor de cabeza, y hay que lidiar con ello...
P: Con paciencia...
R: A los familiares les hemos pedido, efectivamente, que tengan paciencia. Es evidente que, con el paso de los años, la pregunta es recurrente: '¿Cuándo vamos a celebrar el juicio?'. No puedo darles una respuesta exacta, ni a ti tampoco... No tenemos una fecha aún, pero no tardaremos en tenerla.
P: El caso ha sido muy mediático. ¿Ha perjudicado?
R: Los casos mediáticos provocan que el asunto sea atípico, salvo los tribunales que están más acostumbrados a la presencia de los medios de comunicación. Lo normal es que un asunto, con foco mediático, no sea igual que uno que lo tenga. Por unas razones o por otras, se trata de manera diferente.
P: Entiendo que hay cosas que es mejor ocultarlas...
R: El hecho de que la prensa se haya interesado mucho en el caso ha ayudado mucho a la investigación, ha ayudado a que viniera un equipo de la UCO a nivel nacional... Sin ese foco mediático, hubiésemos tenido un resultado totalmente diferente. A lo largo de la instrucción, afecta de otro modo que la prensa esté encima y que tenga, en algún momento, las resoluciones antes que los abogados... Ya sospechas de quién ha podido filtrar la información o las miradas que te hace la fiscal sin saber qué está pasando... Se dan situaciones controvertidas.
P: Hubo tres sospechosos al principio, pero el caso ha acabado apuntando a una sola persona. ¿Se habló en su momento que, finalmente, esto iba a suceder?
R: Sí. En los informes de la Guardia Civil no estaba descartado, sino todo lo contrario. (Óscar) Es la última persona que la ve (a Esther) con vida sin dar, encima, las explicaciones suficientes. Si, por ejemplo, una persona dice que se va de viaje a Cuba, pero tiene una información relevante del caso, no se puede ir hasta el punto que se procede a su detención. Óscar nunca ha salido del foco de la investigación.
P: Cita, en más de una respuesta, al informe de la Guardia Civil. ¿No presenta los suficientes indicios como para que el principal sospechoso sea encarcelado o, al menos, para abrir el juicio?
R: El informe de la Guardia Civil presenta de sobra indicios para abrir el juicio. Nosotros se lo propusimos al juzgado, y sé que lo conseguiremos. Es cierto que nos dijo que no a la espera de otras diligencias. Es una decisión del juzgado que siempre cuestionaré, aunque no me parezca mal. Un informe de más de 500 páginas, superior incluso a una tesis doctoral, es lo suficientemente detallado, exhaustivo... A esas 500 páginas se suman otras 500 de documentación...
P: ¿Y cuál es el impedimento?
R: No hay impedimentos. Ya vamos para juicio. El procedimiento de instrucción se ha transformado. Por tanto, eso significa que ya estamos en el procedimiento de jurado, practicando las últimas diligencias de prueba.
P: Se habla si Óscar fue la persona que trasladó el cadáver a la cuneta...
R: Se están practicando una serie de diligencias al respecto. Para mí, la discusión de dónde estaba el cadáver se sitúa después del asesinato, después de que mataran a Esther... Si la pretensión es desmontar todo el informe, discutiendo si estuvo en un momento u otro, la defensa es muy libre de hacerlo, pero creo que no tiene mucho recorrido. Lo que se está dando por hecho, entonces, es que alguien mató a Esther. Es decir, se da por hecho que se produjo un homicidio o un asesinato.
P: Estos indicios son los que estaban ustedes buscando desde hace años...
R: Es tremendamente grande el alivio que supone a una familia saber lo que sucedió. A partir de ahí, viene el dolor, deseos de todo tipo...
P: ¿Se refiere a que tenido que parar los pies a la familia en algún momento?
R: Es en esa parte donde entra el papel de psicólogo. Hay que evitar no hacer lo que el cuerpo te pide como víctima secundaria del delito. No he parado los pies a nadie. He llevado el caso por un mismo cauce.
P: Sí, pero la instrucción se prorrogaba de seis meses en seis meses...
R: La instrucción ha ido bien hasta el punto de que la defensa se ha visto obligada a presentar pruebas. Lo están haciendo ahora con cuentagotas. Esto está perjudicando a la marcha del procedimiento. Están en su derecho a defender a su cliente... No tengo queja sobre la marcha, sino que la misma ha sido dificultosa. El resultado es positivo.
P: Entiendo lo que comenta, pero no estará de acuerdo en que Óscar, tres meses después, siga en libertad...
R: Su situación es discutida y discutible. No cabe en la cabeza de nadie, no cabe ni en la cabeza policial, o en la cabeza de un juez... La gente me pregunta qué está pasando, pero yo no puedo dar más explicaciones. Mi criterio es que esta situación no se podía dar en otras circunstancias. Hay gente presa preventivamente por delitos fiscales, por estafas... Y hay una persona que sigue viviendo en su provincia, donde tiene el foco de la Guardia Civil y donde se dice que es más que un probable asesino. No se entiende, con el riesgo que existe de fuga, siga estando en libertad. Desde un punto de vista profesional, ya he manifestado mi disconformidad.
P: ¿Esperaba que reconociera los hechos?
R: No. Es cierto que hubo un momento en los interrogatorios, por la forma en la que se movía o expresaba, en el que me di cuenta que estaba realizando un monólogo inamovible.
P: De las contradicciones que ha habido, ¿le ha dolido alguna en especial?
R: El trabajo de un abogado es lidiar con exactitudes. Él puede decir lo que quiera. Es indiferente, es cuestión de lo que puede probar. Lo que es doloroso para la familia es que Óscar no lo reconozca. Que haya actuado de manera errática o de manera inexplicable alienta más al hecho de que no esté dando las suficientes explicaciones.
P: Me imagino que también será doloroso cuando sale usted de los juzgados y le toca decir a la familia que aún no hay fecha para un juicio...
R: Desde hace meses y años, venimos con esa duda. No es cómodo no poder decirlo.
P: Para ponerlo en contexto. ¿A qué delitos se expone?
R: Estamos planteando una acusación por asesinato, omisión del deber de socorro... Y tras comprobar que ella estaba viva en el momento en el que la detiene, estaríamos hablando también de detención ilegal. Esos serían los delitos principales.
P: ¿Y qué pena sería?
R: Son penas altas. Hay una bajada muy importante entre los delitos de asesinato y homicidio. Habrá que esperar al fallo.
P: Entonces, ¿cuál es la hoja de ruta?
R: Por parte de la defensa se han pedido una serie de pruebas que hay que practicar. Cuando se practiquen, habremos terminado. Habría que perfilar la transformación del procedimiento. Ya sería para ir a juicio con jurado popular. Él ya ha escuchado de qué se le acusa y el relato de hechos que se le imputa.
P: ¿Espera que se celebre este año?
R: No soy la persona encargada de poner las fechas. Depende del trabajo de los jueces y de la disponibilidad que haya de salas. Estamos limitados por eso.
P: Por último, ¿descarta que se prorrogue de nuevo la instrucción?
R: Entiendo que no debería. La prueba que han pedido es trabajosa y, quizás, nos encontramos con una nueva prórroga. No habría necesidad. Si la juez entiende que lo tiene que hacer, no sería malo para abrir el juicio. Eso sí, sería una mala noticia para la familia porque el caso se seguiría demorando y eso es doloroso.
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