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Cómo se hace un maestro de los de verdad

Cómo se hace un maestro de los de verdad
Juan Carlos López
Juan Carlos López
Lectura estimada: 5 min.

"La educación importa, la educación cambia mundos, los mundos de esos niños sentados en nuestros pupitres, niños diferentes que queremos que piensen diferente", así comenzaba un discurso sobre educación de Celia López. Y proseguía diciendo que para ello necesitábamos maestros de los de verdad. Y yo me pregunto, ¿cómo son los maestros de verdad? ¿cómo se hacen?

Ser un buen maestro es más que impartir conocimientos. Es una vocación que implica inspirar, guiar y conectar con los alumnos. Educar los ojos para ver el dolor, pero a la vez enseñar con espíritu optimista, para ver todo lo bueno que nos rodea. El que no sea optimista que se dedique a otra cosa.

Es una profesión que no es cómoda, se llega a casa agotado, pero feliz. Para ser buen maestro hay que poner muchas ganas. Estás trabajando en primera línea en el mundo. Trabajas con personas y muchas de ellas muy vulnerables.

Algunas premisas:

El maestro es el primero en llegar a clase y el último en salir. Su aula estará ordenada y limpia; eso implica no salir escopetados de clase al sonar el timbre sino que al acabar se toma su tiempo para colocar el aula.

Los maestros deben tener un buen "fondo de armario de recursos educativos", tanto didácticos como pedagógicos: ¿qué hago si un niño no entiende ni a la quinta? ¿y cuando alguno no atiende? ¿cómo intervenir si dos niños se pegan? ¿y si viene una madre descontrolada a hablar con nosotros? Debemos saber dónde buscar soluciones, y aquí sí vale copiar: si hay algo bueno, tómalo.

Necesitamos una buena formación y si no se ha conseguido en la universidad, tendremos que buscarnos la vida para formarnos por nuestra cuenta. Opciones hay muchas: Centros de formación, videos y cursos online, congresos..., mi consejo es que previamente te enteres de quienes son los mejores y te formes con ellos: En España tenemos buenos formadores como Manu Velasco, Víctor Arufe, Rafa Guerrero, Manuel Ezía, Santos Guerra, Mar Romera, Rosa Liarte, Chema Lázaro...,  cada uno en su campo te puede aportar mucho. No pierdas el tiempo con los malos, si ves que no te aportan, levántate y vete, o si te da vergüenza no vuelvas, pero no regales tu tiempo.

Un buen maestro debe tener capacidad para resolver problemas. Como dice Manu Velasco no son grandes problemas, pero son tres o cuatro que vienen a la vez; "micro urgencias" con gran poder de erosión: un niño se cae, otra llora, otro se hace pis, otro se pega, dos se insultan...

No hay mejor método que un buen maestro. No se trata de lo que enseñas, sino de cómo enseñas.

Algunas cualidades:

  • Tiene habilidades de comunicación clara.

 

  • Tiene paciencia y  Comprende que el progreso puede ser lento y que los errores son parte del aprendizaje.

 

  • Inspira con su ejemplo. Muestra valores como la honestidad, el respeto, la responsabilidad y la pasión por aprender inspira a los estudiantes.

 

  • Crea un ambiente inclusivo y seguro.

 

  • Evalúa más allá de las calificaciones y valora el esfuerzo de sus alumnos. Recuerdo a un alumno que me comentó que estuvo haciendo un trabajo durante seis horas y el profesor, le puso como calificación ¡OK! ¿Un ok por seis horas de trabajo? ¡Venga ya! Tú no te puedes llamar profe.

 

  • Delante de nosotros no tenemos un error sino alguien que cree haber dado con la respuesta correcta. El alumno es alumno porque se equivoca sino sería maestro.

 

  • Fomenta la creatividad y el pensamiento crítico. La escuela es un lugar de inspiración no de examen. Ser un buen maestro es sembrar semillas de curiosidad, conocimiento y valores en cada estudiante, con la esperanza de que crezcan y florezcan en ciudadanos comprometidos con su comunidad.

 

  • Ha de saber cómo recuperar a los alumnos perdidos. Si no os atienden, no sigáis. Y ¿sabéis? no es verdad que todos seamos iguales, todos somos diferentes. El objetivo final de la enseñanza no es solo el éxito de una persona sino el éxito de todos. No dejes a ningún alumno de lado, ellos no tienen la culpa de sus dificultades.

 

  • Sabe poner límites. Los limites protegen a la infancia. Pero piensa antes de ponerlos; cuando se está poniendo límites constantemente por tonterías, cuando uno necesita poner límites de verdad ha perdió la autoridad. Es como el dinero, si lo gastas en tonterías cuando realmente te hace falta ya no lo tienes.

 

En la escuela debe haber "al menos uno sano", y si es posible que sea el maestro. Cuida tu salud mental, que tu malestar no sea una cascada que caiga sobre tus alumnos.

 

El maestro debe enseñar a los niños a aprender a preguntar no solo a responder. El papel fundamental de un maestro es ayudar al estudiante a aprender.

Un maestro es un facilitador que ayuda a que los niños encuentren el manantial, y sepan discernir si el agua es buena o no, y no se ponga a regar, como decía Santos Guerra, mientras el vecino se muere de sed. Un maestro sin ética y sin valores no es un maestro. Si el conocimiento sirve para fastidiar al contrario y explotar a los demás, mejor cerramos las escuelas. Necesitamos a docentes con valores, con un sólido conocimiento humanístico, destacada capacidad de reflexión, pensamiento crítico y creativo, y con un buen manejo de las herramientas didácticas, tecnológicas y los recursos necesarios para poder asumir un rol como agentes de cambio.

La enseñanza no es un trabajo, es una misión que tiene el poder de transformar vidas. Cuando un maestro ama lo que hace, los estudiantes lo sienten, lo valoran y se inspiran. Educar no es ganarse la vida sino la vida de los demás.

Debemos crear el vínculo. Hay que "hogarizar la escuela", crear espacios en el que todos estemos a gusto. Siguiendo a Velasco, para llegar a la cabeza, antes hay que llamar a la puerta del corazón.  Hay que empezar distendiendo el ambiente, creando empatía. Dejar la tiza y coger la mano del niño, alejarnos de la pizarra y acercarnos al pupitre.

Si la burocracia se está cargando la educación y apaga la chispa de los docentes, ¡no lo permitas!. Pégale un puntapié a todo cuanto no te eleve como maestro. No dediques más tiempo a los papeles que a las personas.

Los centros educativos se nutren de la primera capa de maestros. Que tu escuela sea mejor porque tu trabajas en ella. En todo cole hay profes excelentes ¿por qué no los estudiamos y copiamos cómo se relacionan con la escuela, cómo dan la clase, cómo motivan...? Los maestros debemos denunciar y anunciar. Denunciar lo que no nos gusta y anunciar alternativas.

Y, si te haces un maestro mayor, procura que las canas no te quiten las ganas.

Durante un tiempo, me chocaba algo curioso, todo el mundo considera la profesión de maestro como una profesión de segunda, pero luego cuando iba por la calle, me decían: "A ti te tratan mejor porque eres maestro". En qué quedamos, ¿es poco o mucho?

Ser maestro es una profesión muy importante de la que estar orgullosos y que debemos honrar. En nuestras manos está el futuro de todos los buenos, y decentes profesionales

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