07/01/2025
La noche más larga del año coincide con el solsticio de invierno. Este 2024, tuvo lugar el pasado 21 de diciembre a las 10:21 de la mañana. A partir de ahí, tocamos el techo de la oscuridad y solo queda recibir la luz. Es entonces cuando nos damos cuenta de que la Navidad vuelve a ser, un año más, una realidad.
La noche más larga del año es también una canción de Nacho Vegas producida en 2005 y presente en el capítulo dos de la reciente y aclamada serie 'Los años nuevos' de Rodrigo Sorogoyen, Sara Cano y Paula Fabra. Su premisa es muy sencilla: la historia de una pareja durante las nocheviejas desde 2015 hasta 2024. Un año por capítulo. Un punto de la relación completamente diferente y, sobre todo, una forma de narrar siendo puramente fiel a lo que somos las personas, es decir, personas.
Cuando algo está bien hecho parece que es lo natural, como si el transcurso normal de las cosas fuera el idóneo para que el producto final de ese proceso apareciera debajo de la chistera de un mago. Sin embargo, detrás de esta serie hay mucho trabajo hecho a conciencia que no voy a ser yo quien lo desgrane, porque ni ésto es una crítica de cine ni yo soy quién para juzgar (o en este caso, alabar) el trabajo de tanta gente. Como dice el dicho, cada uno en su casa y Dios en la de todos.
La noche más larga del año, en realidad, bien podría ser, en efecto, la primera. Comer doce uvas de postre a las doce de la noche es, cuanto menos, un despilfarro para todos aquellos que tienden a estar metidos en la cama a eso de las diez. Si después ya brindas con champán y decides salir a bailar con el año nuevo, lo raro es que no estés desorientado hasta, mínimo, el día de Reyes.
Esa canción de Vegas, que justo este 2025 cumple veinte años, tiene una frase que dice 'no hay muerte si no hay también perfección', como si la muerte fuera la guinda del pastel a un postre de Estrella Michelín. Es una canción de estas que podemos llamar intensas, porque habla de la vida, la muerte, el amor y la introspección. Como la mayoría de las canciones, y como la mayor parte de los seres humanos.
Reivindicar la intensidad me parece, a estas alturas del partido, una pérdida absoluta de tiempo porque la gracia de la vida si no es vivirla, no sé cuál es. Y es, precisamente, en la noche más larga del año (sea cual sea para cada uno de nosotros) donde le encontramos el sentido a todo eso que a veces nos empeñamos en reprimir.
La Navidad, el placer de ver una serie tumbado en el sofá, escuchar una canción que ya tenías olvidada, brindar por permanecer en la misma línea temporal o tomarte una copa de vino frente al mar.
Al final, todo y todos hablamos de lo mismo.