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La conferencia de presidentes y el rosario de la aurora

La conferencia de presidentes y el rosario de la aurora
Vidal  Holgado
Vidal Holgado
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Convocó Pedro Sánchez la conferencia de presidentes autonómicos. Si la obligación es convocarla cada seis meses, llevaba dos años y medio sin hacerlo y, como no da puntada sin hilo, parece ser que el interés de su convocatoria obedece a tratar de que todos aprueben y carguen, en común, con la responsabilidad de otra de sus tropelías encaminada a una nueva compra de votos, lo malo de las compras de Pedro Sánchez es que solo valen para una vez y tiene que acudir al mercado de Carles todos los meses o puede que una vez a la semana, con dinero de todos, no de su bolsillo, ni de su partido, que tampoco tendría un pase, pero al menos no podríamos hablar de malversación y latrocinio, aunque de lo que los demás quieran, el amo bendito (Oscar Puente dixit), pasa olímpicamente, le importa un bledo, el a lo suyo.

El ambiente de la reunión debió ser parecido al de un tugurio en pleno espectáculo de pelea de boxeadores en los bajos fondos, con apuestas, y no acabó a farolazos, como el rosario de la aurora, porque no tendrían faroles a mano, todo porque Pedro Sánchez quiere condonar a unos sí y a otros no.

Y hablando de condonar, apisonar es a pisón como condonar es a condón y aquí el del condón es Carles y sus muchachos, averigüen Vds. quienes, una vez más, van a ser lo jodidos y quien, además, hace de mamporrero.

Parece que en el paquete quiere Puigdemont que entre el Sareb, que se hará cargo encantado del activo, y también del pasivo, siempre y cuando vaya acompañado de una ayuda a fondo perdido por un importe equivalente más una cantidad, más que suficiente, para que el banco central de la nueva republiqueta inicie su andadura con buena solvencia. Y verás como también palmamos.

Esto tiene que acabar muy mal por narices, todavía, si dios no lo remedia, nos quedan tres años de martirio, y esperemos que no se prorroguen, tenemos una oposición blandengue que en lugar de aplicarse al cien por cien para echar al déspota, de vez en cuando se van a por uvas o se zurran entre ellos.