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Al final triunfa la verdad

La opinión de Diego Jalón, como cada viernes, en TRIBUNA

Al final triunfa la verdad
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.

Hay políticos que tienen "un concepto muy patrimonialista del Estado, que les hace pensar que tienen derecho a usar las instituciones en beneficio de sus familiares y de sus amiguetes". Al menos eso es lo que piensa Sánchez del PP y así se lo ha dicho, no es broma, el miércoles en esa sesión de control del Congreso sobre la DANA que dedicó a retratarse sin límite de tiempo. No creo que el Estado haya fallado dijo, "creo que han fallado algunas de sus piezas y, sobre todo, algunas personas, personas en posiciones muy elevadas que no han estado a la altura de sus responsabilidades, que no han entendido su responsabilidad o simplemente se han desentendido de ella".

Y es que nuestro presidente, como cuando habla de los políticos que mienten, o de los bulos y el fango, repite un sorprendente patrón, el de acusar a los demás de actuar como si fueran Pedro Sánchez. Vaya momento eligió para hablar de usar las instituciones en beneficio de sus familiares y amiguetes, precisamente el mismo día que una jueza imputa a su hermano y la UCO acusa su fiscal general de filtrar información confidencial de Hacienda sobre un contribuyente por ser pareja de su archienemiga en la Comunidad de Madrid.

Pobre Sánchez. El defenestrado Lobato acusa a los suyos de linchamiento, pero si hay un linchamiento de verdad en España es el que sufre el presidente. Parece que lo de linchamiento viene de un tal Lynch, pero las versiones difieren sobre si se refiere a un alcalde irlandés de Galway que en el siglo XV hizo ahorcar a su propio hijo o a un juez de Virginia que en el siglo XVIII ahorcó sin juicio previo a unos lealistas. En todo caso a Sánchez le ocurre como a Ignatius Reilly. Es un genio, por supuesto mucho más guapo que el protagonista de la novela de John Kennedy Toole, y todos se conjuran contra él. La UCO, el Supremo, la Audiencia Nacional, los tribunales superiores de Madrid y Extremadura, la juez de Badajoz, el ínclito Peinado, los medios de comunicación y toda la fachosfera se han conchabado para quebrarle.

Pero tranquilos, tenemos Sánchez para mucho rato, "tres años y los que vienen después", hasta el infinito y más allá, como dijo en el congreso de la UGT un día antes de que cinco de sus dirigentes fueran condenados por fraude. Tranquilos, porque Sánchez no va a permitir que la mentira, pese a la romántica relación que mantiene con ella, triunfe en nuestro país. Para desmentir un bulo, está dispuesto a todo, incluso a ordenar a la Fiscalía que filtre expedientes y correos confidenciales, aunque eso esté tipificado como delito en el artículo 197 del Código Penal.

Tal vez mientras usted esté leyendo estas líneas ande Lobato de camino al Supremo o esté ya allí tratando de explicar esa rocambolesca historia que nos explicó el lunes, según la cual se enteró por Moncloa, vía la jefa de gabinete del jefe de gabinete (no es extraño que Moncloa gaste más de 80 millones al año en asesores y otros tantos en cargos políticos) de una de las noticias más leídas y comentadas este año. Los socialistas madrileños llevan tiempo muy despistados, pero me gustaría pensar que si la información le llegó por la prensa, Lobato se habría enterado sin ayuda de Moncloa.

"¿Pero esto de donde lo hemos sacado?", dice que preguntó Lobato. "De los medios", respondió Pilar Sánchez Acera. "Ah, vale", replicó Lobato. Y luego se fue a que un notario diese fe de tan singular intercambio dialéctico. Espero que tenga suerte al explicarlo ante los jueces, porque o es completamente idiota o no nos ha dicho la verdad. Nos ha querido contar Lobato que era ese lobito bueno de José Agustín Goytisolo, al que maltrataban todos los corderos. Pero parece que tenía cierta mala baba, porque sabiendo de dónde venía el documento, no tuvo reparos en utilizarlo contra Ayuso en la Asamblea de Madrid.

Luego se le llena la boca con apelaciones a la ética, la honestidad y el interés general. Y asegura en su carta de despedida que "yo no creo en la destrucción política del adversario" y que "mi forma de hacer política no es igual ni quizá en ocasiones compatible con la que una mayoría de la dirigencia actual de mi partido tiene". Pero, por sus actos, no parece muy diferente. Si acaso un poco más asustadizo.

Lo que es seguro es que mientras Lobato esté declarando en el Supremo, Sánchez estará dándose un baño de sinceras muestras de apoyo inquebrantable, de vivas y aplausos norcoreanos, en ese Congreso Federal de Sevilla en el que quizá se salve por los pelos de Azagra el líder del partido en Extremadura, pero al que Tudanca seguramente haya acudido con sus barbas en remojo, visto lo visto en Madrid. El lema de la kermés es "España adelanta por la izquierda", sin duda muy del agrado de Pere Navarro, porque por la izquierda es por donde se ha de adelantar según la DGT.

Pero lo que no está tan claro es que el Lamborghini, la moto o el cohete socialista, según prefieran, esté ya para muchos adelantamientos. Va más bien unos pasos por detrás de ese Aldama del que tanto se reían los ministros. "Sólo le ha faltado decir que es de la TIA", decía Bolaños. Ahora ya sabemos que el presunto Anacleto colaboraba con la unidad antiterrorista de la Guardia Civil en operaciones contra el yihadismo y se iba de caza con la élite de la CIA y el FBI en España.

Ha dicho Aldama en una entrevista en la COPE esta semana que, aunque tiene miedo "conociendo a los personajes", eso no le va a impedir seguir cantando. Y asegura que "Sánchez lo sabía todo. Si no llamaba seis o siete veces a Ábalos para consultarle cada cosa, no le llamaba ninguna". No sé si todo lo que dice será mentira, pero se hace difícil creer que Sánchez no supiera nada de las andanzas de Ábalos y que su despido fulminante fuera fruto de "una necesidad de remodelar el Gobierno tras la pandemia", como ha explicado el presidente.

Aldama se remite a las pruebas que ha depositado y seguirá depositando en el juzgado y recuerda los elogios de Pedro en el reservado del teatro, lo del viaje de Delcy planificado por Marlaska y Ábalos con el consentimiento del presidente, los pagos a Ábalos, a Cerdán y al de Hacienda, las cuatro reuniones con Teresa Ribera e incluso esa festiva velada con Javier Hidalgo y Begoña Gómez en San Petersburgo. Y otros detalles como ese del Falcon aparcado en la Dominicana. Como dijo Sánchez el miércoles, "al final triunfa la verdad y la evidencia". Igual también se está refiriendo a sus cosas.