Dos 'regalos' sacan las vergüenzas del Pucela en el Colisuem

El Real Valladolid cayó (2-0) ante el Getafe en el Coliseum tras desaparecer por completo en la segunda mitad. Los de Paulo Pezzolano, que habían generado ocasiones peligrosas en el encuentro, dejaron escapar una oportunidad de oro ante un rival directo en menos de cinco minutos, en los cuales su rival marcó los dos únicos goles del partido después de que el Pucela le regalase sendas intentonas con dos errores groseros en defensa impropios de un equipo que milita en la máxima categoría del fútbol español. Mientras el Pucela hacía el ridículo, su presidente, Ronaldo Nazário, emitía en directo un partido suyo de tenis. Y así todo.

PUESTA EN ESCENA ENGAÑOSA

El Pucela parecía haber salido con ganas al partido. Los blanquivioletas, que en el tramo inicial se adueñó del balón, fueron los que más lo intentaron en los primeros compases. En esos momentos, los visitantes encontraron a Raúl Moro como su mayor aliado en la mayoría de las acciones ofensivas. Era el extremo el único, de hecho, que sacaba algo de luz a un Real Valladolid inmerso en una crisis deportiva e institucional.

El Getafe, sin hacer un gran partido y con su guion más que previsible de relantizar el juego, fue creciendo con el paso de los minutos. Los locales utilizaron las acciones a balón parado para hacer daño a su rival, que se empequeñecía por momentos. Aun así, y como el marcador se mantenía igualado, el Pucela gozaba de alguna ocasión puntual que podría haber supuesto un antes y un después.

Un gran control de Moro, que no se merece estos disgustos, propició que el balón le llegara a Sylla que, a bocajarro y dentro del área, remataba sin acierto ante un David Soria, que evitó el gol sobre la línea cuando ya estaba vencido. Con González Fuertes como maestro de ceremonias, el último cuarto de hora dejó la sensación de que el Pucela le había faltado acertar ese último pase, pese a que Moro lo había intentado todo. El Getafe, mientras, se sentía muy cómodo porque su plan de partido salía, y no el de Pezzolano, que pensaba que, como le había salido bien ante el Athletic Club, iba a pasar lo mismo en el Coliseum. Sin embargo, y como viene siendo habitual, nada más lejos de la realidad.

VERGONZOSA Y RIDÍCULA SEGUNDA PARTE

La reanudación sentó mejor al Pucela, o eso parecía, cuando los visitantes rondaron el tanto. Los primeros minutos, a pesar de la igualdad, daban la imagen de que el partido lo podría ganar cualquiera. De hecho, otro gran centro de Moro lo remataba desviado Juric de cabeza, cuando los aficionados desplazados (qué mérito tienen) cantaban el gol. A partir de ahí, y con Pezzolano expulsado al descanso, el Real Valladolid desapareció, como hicieron Anuar y Juric. 

Speranza (que se comió el marrón de la rueda de prensa posterior) tomó la decisión que le había impuesto su homólogo de sustituir a ambos. Solo basta con ver la reacción de Anuar, que parecía no creerlo, cuando vio el número de su dorsal en color rojo en el cartelón. Esos dos cambios revolucionaron el encuentro a favor del Getafe, que tan solo aprovechó dos regalos para batir a su rival. Un balón largo hacia Nyom, minutos después, lo recogió Álvaro Rodríguez que, ante la pasividad de Cenk y Lucas Rosa, superó a Hein (1-0).

Parecía no haberle dado la suficiente vergüenza al Real Valladolid porque volvió a repetir semejante acción dos minutos después. Otra jugada a balón parado se saldó con un no despeje, inexplicablemente, de Latasa que aprovechó Nyom para poner tierra de por medio (2-0). El ridículo que estaba haciendo el Pucela era de tal magnitud que el partido estaba más cerca del 3-0 que del 2-1.

La imagen fue vergonzosa, penosa y con su presidente, Ronaldo Nazário, jugando en directo, y emitiendo el encuentro de tenis en su propio canal de Twitch. Esa es la realidad de un Pucela que acabó pidiendo la hora para irse cuanto antes del Coliseum. Mientras tanto, su máximo responsable de risas y su entrenador, expulsado y en la cuerda floja, no salió a la rueda de prensa para dar las explicaciones oportunas, algo que podría haber redondeado su actuación porque ni da con la tecla... ni da la esperanza de que lo consiga.