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Septeto Santiaguero en Girón

Septeto Santiaguero en Girón
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.
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Dos tardes han estado el Septeto Santiaguero en el Patio Corsario cantando con todas las entradas agotadas. Que Jesús Peña y Teresa Lázaro (Corsario) son magníficos en muchos sentidos ya lo sabía. Lo que esta noche he comprobado es que son hospitalarios con mayúsculas. Prácticamente reciben en la entrada del Patio Corsario uno a uno con una alegría contagiosa, te acomodan y que empiece a sonar la música.

Que el Barrio Girón ha dado un cambio trascendental es evidente. Lo que se ve no se pregunta. Tuve que aparcar en la calle Oriental número 21. La casa de una sola planta, aquí en este barrio hay muchas daba gusto verla, blanca, como si estuviera recién pintada. Y hay muchas casas que tienen patios ajardinados para que la vista se recree.  

Y tiene el barrio espacio para la vida en común. Que tenga aquí su lugar de ensayos el Teatro Corsario ya dice mucho. La idea de que en un barrio exista un lugar para la cultura siempre ha sido una idea curativa porque promueve el bienestar y revitaliza la comunidad. Porque en el Barrio Girón se respira y también se escucha esta noche buena música a cargo de Septeto Santiaguero.

Jesús y Teresa, unos músicos estupendos y un público entregado... esto tiene buena pinta. Y además se puede bailar para qué queremos más. Esta música que hace este grupo está dirigida especialmente al cuerpo. Y más concretamente para los pies. Porque es empezar a oír la guitarra, la trompeta... y ya no hace vida uno de ellos. Y está claro si mueves los pies, mueves el corazón...

"Porque no engraso los ejes me llaman abandon'o, si a mí me gusta que suenen pa qué les voy engrasar... Es demasiado aburrido seguir y seguir y seguir la huella".  de Atahualpa Yuyanqui.

Hace que no oía su nombre mil años. Esta noche se oye en todo el Barrio Girón y la gente dejaba de hacer lo que estuviera haciendo y se ponía a bailar y a cantar.  Y el barrio se inundaba de alegría. 

Mientras aparcaba el coche era evidente que estaba en un barrio diferente. Aquí, niños, jóvenes y mayores conviven en la calle protegidos por la familia con el amparo de quienes comparten vecindario y dibuja un Valladolid muy distinto del que últimamente aparece en las páginas nacionales de sucesos.

Solo el amor al teatro y a la música que tienen Jesús Peña y Teresa Lázaro permite que durante unas horas el público que abarrota Patio Corsario pueda escapar de los límites de su existencia.