Ratifican la condena a la pareja que circulaba por la Carretera de la Esperanza perdiendo billetes de 50

El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha ratificado la pena de tres años y medio de cárcel que impuso la Audiencia Provincial de Valladolid a Jesús Ángel A.A. y de dos años a su expareja Cristina A.G., por crear sociedades para eludir pagos a Hacienda y embargos de sociedades anteriores, hasta generar una deuda con la Agencia Tributaria de unos dos millones de euros.

La sentencia facilitada este miércoles, 17 de julio, por el Alto Tribunal regional desestima en su totalidad los recursos planteados por ambos y confirma el fallo de la Audiencia Provincial al entender que no cabe atenuante de toxicomanía en el caso de él, ni pena desproporcionada en el de ella, como alegaron.

Además de los dos condenados, las acusaciones se dirigieron contra otras dos personas, que llegaron a acuerdos antes de la celebración de la vista oral y a los se aplicó la circunstancia atenuante simple de dilaciones indebidas.

Jesús Ángel A.A. aseguró en la primera sesión de la vista que, en 2019, cuando ocurrieron los hechos, él era intermediario de ganado, una labor que hacía para "mucha gente" en España.

"Yo buscaba al comprador y a mi me daban una comisión", describió el procesado, quien recalcó que no tenía ningún contrato con ninguna sociedad y que sus contratos eran verbales.

Fue el 26 de noviembre de 2019 cuando la Policía intervino al procesado 93.700 euros en billetes de 50 euros, que se le iban cayendo por la Carretera de al Esperanza de la capital vallisoletana.

"Fue un hombre con el que tuvo amistad mi padre de toda la vida el que me dio el dinero para que se lo guardara", mantuvo Jesús A.A., quien subrayó que en el momento en el que le localizaron los agentes con el dinero iba a entregárselo a la persona que le había pedido que lo tuviera durante un día.

Cristina A.G. manifestó que no tiene conocimientos de ganadería ni agricultura y que fue su entonces pareja quien le indicó que constituiría una mercantil, tras lo que ella firmaba lo que le llevaban sin saber qué era porque se fiaba.