Entre la constelación del cine nacional brilla también una estrella de Estados Unidos, Rami Malek, que viene fuerte con 'Amateur', y otra de Francia, Léa Seydoux
Yo recordaré por ustedes
El Concierto para piano y orquesta en La menor, op 16 de Eduard Grieg ejecutado por la OSCyL dirigida por la maravillosa directora natural de Nueva Zelanda Gemma New y con el excepcional pianista Sir Stephen Hough al piano logró comunicar al público de la Sala Sinfónica del CCMD algo parecido a un estremecimiento que solo provocan algunos conciertos y se convierte en un asunto que merece la pena recordar.
Lo que te permite un concierto es siempre la posibilidad de estar solo. Solo en conversación silenciosa, no hace falta que hayas pasado por un conservatorio o sepas leer una partitura. Porque escuchando el piano, escuchando al pianista Sir Stephen Hough lo primero que te viene a la cabeza es el entusiasmo. El entusiasmo por gente que ama su trabajo y el entusiasmo por la gente que está deseando escucharlo.
Si en la cultura occidental lo que prima es llegar al clímax o el punto de más tensión, en la japonesa lo es contemplar y solazarse con plena conciencia en lo que viene después. En este sentido esta tarde me siento un poco japonés. Porque mientras escucho el concierto de Grieg uno siente la fugacidad de la felicidad, de ese instante de felicidad que sirve como narcótico para huir de la realidad.
El misterio de Gemma New reside en sus manos. En la mano derecha impera la razón, la coherencia; en la izquierda tiene todos los sueños del mundo y también la nostalgia. Dirige a los músicos de la OSCyL como si les hubiera dirigido mil conciertos. Da gusto verla dirigir. En su mirada proyecta toda la naturaleza de Noruega y todo su folclore.
El rostro y las manos de Sir Stephen Hough están cargados de razón. A veces, lo que resulta más llamativo es la sintonía entre lo que denota su rostro y lo que expresa con sus manos, como si de repente empuñara una pistola y fuera a disparar sin que nadie ni nada se lo impidiera. ¡Pum, pum!
Luego llegó la Sinfonía nº 3 de Felix Mendelssohn. Un buen concierto es ese lugar en el que nos encontramos en paz. En silencio, sin movernos, sin hacer nada. Y este lo está siendo. Es un asunto muy bello dedicarse durante el concierto a observar todos los movimientos de la directora. Porque Gemma New lo que está haciendo es embellecer el tiempo. Es embellecer la tarde. Sirve a la música y la influye vida. Y por eso el público disfruta.
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