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Pentecostés: Iglesia en salida

El arzobispo de Valladolid reflexiona sobre esta Fiesta en la que los cristianos celebran la llegada del Espíritu Santo

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Pentecostés: Iglesia en salida
Cuadro de El Greco que representa la llegada del Espíritu Santo que se celebra en Pentecostés. TRIBUNA
Monseñor Luis Argüello García
Monseñor Luis Argüello García
Lectura estimada: 3 min.
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La Iglesia celebra Pentecostés como plenitud del día de Pascua. A lo largo de estos 50 días hemos vivido ya en una permanente acogida del Espíritu Santo que brota del costado abierto de Cristo y se derrama sobre todos y cada uno de nosotros, miembros de la Iglesia. Pentecostés es el día de la Iglesia en salida. No solo es el acontecimiento fundante de la Iglesia por ser la plenitud de la Pascua, es además la Iglesia en su identidad más profunda: evangelizar. Por eso el cenáculo, que después de Getsemaní cuando Jesús es prendido, se convierte en un lugar de encierro, con las puertas y las ventanas cerradas por miedo, en Pentecostés se transforma en el cenáculo de la salida misionera y el entusiasmo apostólico.

En aquel lugar se reúnen aquellos que habían estado caminando más cerca de Jesús, los 12, los 72, María, algunas de las mujeres que estaban junto a María; sobre un grupo de poco más de 100 personas viene el Espíritu Santo y lo que era una situación de tristeza y miedo se va a transformar en un lugar permanente de salida a la misión. Una misión que tantas veces es atestiguada con el derramamiento de la sangre. En este tiempo misionero que nos toca vivir, queridos amigos, Pentecostés es el día de la Iglesia en salida. Es el día del pueblo de Dios, los laicos llamados por vocación a la misión. Los laicos sois la Iglesia en el mundo, la Iglesia que sale y anuncia el Evangelio, la Iglesia que cura a los heridos de las batallas de la historia, la Iglesia que da testimonio de la verdad y lucha por la justicia, que sirve a los más pequeños y peregrina en el camino hacia el cielo.

Este pueblo que sale a la misión no lo hace solo, sino que va acompañado por el mismo Jesús que se hace presente en el ministerio ordenado para convocar a este pueblo, para congregarlo en la Eucaristía y para enviarlo en esta salida misionera. En la peregrinación también acompañan el caminar del pueblo santo algunos hermanos que, ya sea desde la propia situación laical, ya sea desde el ministerio ordenado, realizan algunos ensayos singulares; son los hermanos de la vida consagrada. Por eso Pentecostés es la fiesta de toda la Iglesia, siendo el día de los laicos, el día de los llamados por vocación a la misión.

Pentecostés es el día de la Iglesia, pueblo de Dios en salida, una salida que es fruto del envío del mismo Señor para proclamar la Palabra del mismo Señor, una salida para realizar los gestos salvadores del mismo Señor. Por eso no hay pueblo de Dios sin ministerio ordenado, en el que Jesucristo cabeza, esposo, siervo y sacerdote se hace compañero de camino. Por eso no hay pueblo de Dios sin algunos hermanos que, yendo delante, en medio o detrás, realizan parábolas de los mismos gestos de Jesús en la alabanza al Padre o en el servicio a los más pequeños.

Vivamos pues este tiempo de Pentecostés y el Tiempo ordinario al que volvemos en la vida de la Iglesia, sabiendo que somos Iglesia en salida, Iglesia misionera, Iglesia que camina unida, porque somos sínodo, Iglesia que se reúne cada Domingo para celebrar la Pascua plena -muerte, resurrección, ascensión a los cielos y Pentecostés- Domingo donde escuchamos este doble mandato de Jesús: "id y haced" para salir a la misión. Iglesia en salida, todos llamados con vocación, todos enviados a la misión.

Que el Espíritu Santo en Pentecostés renueve nuestros corazones. En este año jubilar del Corazón de Jesús nos ponemos bajo su amparo para recibir de Él la renovación de nuestro bautismo, la convocatoria a la eucaristía y la efusión del Espíritu Santo que nos unge como vocacionados para la misión. El Espíritu Santo da forma al amor inédito que recibimos del corazón de Cristo para que le ofrezcamos al mundo en la caridad social y política de los laicos, la caridad pastoral del ministerio ordenado y la caridad consumada de los consagrados.

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