El Real Valladolid cayó (2-0) ante el Racing de Ferrol en A Malata después de hacer un vergonzoso, desastroso y horripilante partido bajo la atenta mirada de su entrenador, Paulo Pezzolano, que sigue sin dar con la tecla ya no solo en casa, sino fuera de la misma. Evidentemente, su figura tiene una parte de responsabilidad de lo sucedido como la de los jugadores, que no se cansan de hacer, de nuevo y van unas cuantas esta temporada, el ridículo. La derrota deja al Pucela a la deriva y fuera de los puestos de playoff de ascenso, que era, en teoría, lo mínimo exigible.

ES DIFÍCIL HACERLO PEOR

El Real Valladolid entró al partido mejor que su rival provocando un penalti que podría haberle dado una cierta ventaja, que no cómoda, en los primeros compases del encuentro. Sin embargo, Marcos André mandó el balón al larguero y, a partir de ahí, los de Pezzolano no supieron gestionar los momentos del choque, que le pedían reaccionar para olvidarse cuanto antes de haber desaprovechado una ocasión tan clara como la citada.

El Racing de Ferrol se asentó en el partido y se hizo dueño y señor del mismo hasta el minuto 94. De hecho, los de Cristóbal Parralo se adelantaron en el marcador de forma merecida gracias a un claro despiste de Luis Pérez (que acabó lesionado en la acción) y que aprovechó Nico Serrano para superar a un Jordi Masip que tampoco estaba bien colocado (1-0). El Pucela, inmerso en la nada absoluta, recibió el gol en forma de K.O técnico, un concepto que precisamente no es del gusto de su entrenador. El sistema 1-4-4-2 no funcionaba porque los dos arietes, aparte de que tenían que hacer la guerra por su cuenta, no contaban con el apoyo de una segunda línea que estaba muy separada y que dejaba, además, huecos de forma suicida a Iker Losada, uno de los jóvenes talentos de la categoría.

El remate de Iván Sánchez que repelía Ander Cantero solo era una muestra de que el Real Valladolid podría dar mucho más de lo que estaba haciendo, pero su incapacidad ofensiva le penalizaba cada vez que trenzaba una jugada de peligro. El pobre nivel de Marcos André y la poca intensidad del equipo en general pedían el final de una primera parte para enmarcarla, sí, pero en el museo de los horrores.

MEDIOCRIDAD

La reanudación podría haberle dado alas al Pucela para reconducir una situación que desespera a cualquiera. Y más a los aficionados desplazados a A Malata que cantaron en cuatro o cinco ocasiones el ya famoso "Pezzolano, dimisión", un grito que pone de manifiesto los tintes trágicos que empiezan a teñir al Real Valladolid. Entre tanto desorden táctico, ya con Meseguer en el campo tras sustituir a Marcos André, los locales pusieron tierra de por medio. Un pase filtrado llegaba a las botas de Losada, que con calidad batía a Masip (2-0). 

El paso de los minutos perjudicaba a los blanquivioletas, que no fueron capaces de generar ocasiones ni para recortar distancias. La fiesta, de hecho, empezaba a trasladarse a las gradas de A Malata, que no veía ganar a los suyos desde el mes de diciembre. El Pucela, acostumbrado a ser el maestro de ceremonias, dio todas las facilidades del mundo para que el Racing de Ferrol sacara el champán, que ponía la guinda al pastel.

Precisamente, ese broche de oro lo puso César Tárrega que firmó el peor partido desde que fichó por el Real Valladolid. El central acabó expulsado intentando evitar el tercer tanto local y no estará en el encuentro frente a la SD Éibar, donde con nuevo entrenador o con Pezzolano, los pucelanos se juegan el todo por el todo, aunque puestos a elegir, y con dos partidos seguidos en el horizonte, la directiva debería coger el toro por los cuernos y cambiar el rumbo de un equipo abocado a la simple permanencia y a la, tardía o no, destitución de su actual líder, aunque de líder tenga poco.