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La Pasión según Liñán

Palabras contra el olvido

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La Pasión según Liñán
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.
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Traducir el baile que hace el artista flamenco Manuel Liñán es un asunto misterioso. Encarnarse en el baile es su disfraz. Llega al LAVA con su espectáculo Pie de Hierro y su baile, el cante y la música tiene un vocabulario todavía no escrito en el mundo del flamenco. ¿Qué propósito tiene su baile? ¿Qué queda en el espectador después de estarle viendo durante setenta minutos?

Los golpes que produce con sus pies, sus manos y su cuerpo en la puerta-burladero que conduce al infierno de Dante resuenan en la sala y penetran en los oídos y en el corazón del público que le mira embelesado. ¡Ha llegado el momento del arrepentimiento, pecadores! El paraíso todavía está muy lejos.

Toda la primera parte la consume Manuel Liñán en una oscuridad donde va purgando sus penas. La emoción de su penar. Se trata de unos momentos llenos de violencia, de cabreo y de rabia. De estar contra el mundo. Todo lleno de una sensualidad que el público tiene que atrapar sino quiere perderse nada.

Todo lo quiere compartir Manuel Liñán con el público del LAVA. Todo esto que he inventado en Pie de Hierro, es para vosotros, que lo sepáis. Absorto el público que sigue con la mirada por todo el escenario intentando comprender, intentando aliviar su dolor.

Pero ha llegado el momento de refugiarse. Avanza el espectáculo y Liñán busca cómplices. Los primero que suman son sus músicos, su cantaor, su guitarrista, su violinista, sus palmeras y su batería. El público viene después como en romería.

No encuentra Manuel Liñán en el purgatorio ni resguardo ni cobijo. Ha sido merecedor de ser castigado. Se golpea en la cara, en el pecho convertido en un nazareno mientras se dirige a la luz del entendimiento. La concepción tan personal que tiene del baile Liñán le hace único. Como hay curristas, paulistas, morantistas, también les hay liñanistas. La Congregación de Manuel Liñán, razón en la Calle Pie de Hierro s/n.

La nube negra ha pasado. Ha llegado el momento de alejarse de las sombras. Le ponen flores y toma el capote y la espada para entrar en el Paraíso. Ha llegado el momento de aceptar las cosas. El viaje está a punto de terminar. Mira fijamente la luz que viene de la butaca 1 y el mundo vuelve a tener sentido. El dolor ha sido desactivado. Es el momento en que Manuel Liñán y el público tienen que entender que hay que aceptar la cosas, que no se puede ir contra ellas.

Descubrimos con Pie de Hierro lo que va a ser el flamenco en el día de mañana.

 

 

 

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