"Sólo me preocupan los medios que no puedo controlar"
El expolítico Pedro Muñoz espera sentencia tras ser juzgado por intentar matar a Raquel Díaz. Cuando salió de prisión confiaba en mantener el mutismo sobre el caso
Hace décadas, había una pintada en el barrio Húmedo que podría aplicarse a casi todo. "Si no puedes convencerles, confúndeles", decía en mayúsculas. En el juicio a Pedro Muñoz que acaba de celebrarse en la Audiencia Provincial de León, el acusado tenía derecho a guardar silencio. Pudo haberse callado y suavizar de algún modo las insoportables manifestaciones que había hecho durante los dos interrogatorios de la instrucción del caso. No pudo, o seguramente no supo.
El acusado de intentar matar a su segunda exmujer, la abogada Raquel Díaz, volvió a hacer uso de su verborrea incontinente para intentar seguir desprestigiando a la víctima, para seguir echando balones fuera, para insistir en recordarnos a todos, como dijo a la fiscal, que "yo era el presidente de un partido, y Raquel era un lastre para el partido". Muñoz evidenció que de verdad se cree algo así como un líder espiritual de masas, aunque no se sabe de qué masas, pues el tipo había ido peregrinando por seis formaciones políticas, quizá buscando su lugar. Acabó mal en todas y con casi todos, salvo en Coalición por el Bierzo, donde cuando fue detenido llegaron a emitir un comunicado para elogiar al que había sido su presidente y fundador. Luego lo borraron, y quien se dice que lo escribió se puso a estudiar Derecho para defenderlo en los tribunales por haber -presuntamente- intentado acabar con la vida de su entonces mujer, que también era del partido, pero a nadie le interesó ella.
Muñoz ha ejecutado la sugerencia de la pintada del Húmedo y hasta puede que de verdad creyese que iba a ser capaz de convencer a alguien. "Se están diciendo barbaridades y locuras, yo no voy a hablar hasta el juicio", había dicho a los reporteros de La Sexta cuando hace unos meses lo asaltaron a las puertas de la llamada 'casa de los horrores' de Toreno, donde en mayo de 2020 ocurrieron los hechos que se le imputan.
Cuando salió de la cárcel en 2022 (curiosamente, nadie pidió una prórroga de la prisión preventiva: ni el Ministerio Fiscal, ni las acusaciones particulares), Muñoz se encontró con un abogado del Bierzo al que soltó que el juicio no le preocupaba, "sólo me preocupan los medios que no puedo controlar". Tras ocho recursos, había conseguido salir de prisión, pero no contaba con encontrarse un domingo en un suplemento de investigación de un periódico nacional dos páginas con la calamitosa situación de la mujer a la que pidió el divorcio desde prisión, parapléjica y con graves daños neurológicos.
'La tragedia parapléjica de Raquel, una mujer arrojada', era el título. Y más: 'Lo que asoma tras la silla de ruedas a la que está condenada la abogada Raquel Díaz, tras estar en coma y ser operada cinco veces, es terrible. Cayó desde la terraza, y ella señaló pronto a su verdugo: su marido, un controvertido político. Ocurrió donde estaba la temida casa de Faustón". El reportaje, a todo color, se ilustraba con una fotografía de Raquel en el Hospital de Parapléjicos y Tetrapléjicos de Toledo (no, ningún periodista se coló a traición), y otra anterior muy impactante en que la mujer estaba sobre una moto cuando tenía vida. (Lo que pasó después de publicar ese reportaje que tanto disgustó al acusado -y que dejó estupefacto a alguno de sus amigos- no viene ahora al caso, aunque algún día habrá que contarlo).
Quizá Muñoz esperaba que ocurriera en Madrid como estaba ocurriendo en León y en Castilla y León. Una especie de silencio administrativo que hacía buena mezcla con los rumores sobre Raquel que convenientemente se dejaron caer por Ponferrada y alrededores. "Pobrecita, está fatal". "No sobrevivirá". "Ha perdido la cabeza, habló hasta de Blanca Fernández Ochoa". Nadie pensó que Raquel fuera a tener tanta 'suerte' como tuvo la exedil Nevenka Fernández cuando la periodista Ana Pastor quiso contar al mundo -ella sí, al fin, aunque fuera dos décadas después- qué ocurría en el Bierzo y por qué se le había dado la espalda a quien más apoyo necesitaba, la víctima. (Es imperdible la docuserie 'Nevenka', en Netflix, y ahora más que nunca. Gracias, Pastor).
Supongo que la gran putada para algunos que querían creerse lo de que Raquel no estaba bien de la cabeza es que ni se murió ni decía las tonterías que se rumoreaban. No se sabe muy bien cómo, porque tenía todas las papeletas para volverse loca estando aislada en centros para ancianos y enfermos psiquiátricos, pero Raquel empezó a recuperarse y a querer hablar. Empezó a contar y encontró quien la escuchase, y hubo quienes sí se interesaron por publicar este historión de caciques y mutismos como de otra era, por más que ahora algunos quieran creerse eso de que los periodistas también la abandonaron.
Otra vez de vergüenza ajena Ponferrada, sí, la misma ciudad donde algunas berrearon la inocencia de aquel otro exalcalde hace dos décadas, aquel exalcalde que fue condenado por acoso sexual y que luego volvió a conseguir cinco concejales en las municipales, el mismo que acaba de publicar un libro con la enésima versión de aquel caso por el que jamás pidió perdón.
No olvidemos tampoco los 24 minutos de alegato final del acusado, haciendo uso a su derecho al turno de última palabra. "Esto es una espiral de mentiras en que se ha implicado a media provincia", dijo. Que pobre Mayor de la Policía Local, que pobre notario, que pobre primer abogado de Raquel, que pobres todos esos seres "honestos y honorables" a quienes ahora todos señalan "por las mentiras de Raquel", de quien volvió a decir que bebía, tomaba cosas, tenía ataques de ira (y además era mentirosa compulsiva). "Ahora sé lo que es una relación tóxica", espetó él.
A la espera de que el tribunal dicte sentencia sobre el caso Muñoz y determine si es culpable o no, y de cuántos de los ocho delitos que se le imputan, me advierten un juez y un fiscal que nunca sabremos todo lo que a los periodistas nos gustaría saber sobre esta historia de terror. "En un juicio lo que se busca es la condena, y si a la condena se llega con tres, no es necesario llegar a diez". Y yo acato y entiendo que los expertos en la cosa jurídica no quieran generar la más mínima duda y opten por 'ir al grano', pero la curiosidad sigue haciéndome hojear los tomos del sumario buscando respuestas: la detención tardía, las ayudas, lo que vio la vecina, la hora, las bolsas que sacaron a la carrera de la otra casa, la ropa ensangrentada en el tendal, cuántos supieron y callaron, cuántos limpiaron y qué, a qué hora ocurrió la tragedia, qué no habrán vivido antes quienes mintieron en el juicio, cuánto se cobra por un informe infame...
O quizá pronto lleguemos a saber más cosas, porque durante los recesos del juicio un redactor de una tele nacional contó que el acusado le había dicho que cuando esto acabase concedería una entrevista a Ana Rosa Quintana "porque ella es la única que no me ha puesto de hijo de puta para arriba", así que quién sabe si, como intuye Raquel, Muñoz se animará a escribir su cuarto libro y hasta encuentre quién se lo publique y promocione.
Lo enfatizó mucho el acusado la última vez que tuvo ocasión, en el juicio: "En el estado que tiene Raquel, es muy difícil que pueda decir algo coherente, ¡cómo es posible que esté loca y esté declarando aquí, es que está loca! Lo que diga, no sabemos si es verdad o es mentira".
Suponiendo que no hubiésemos visto los informes periciales ni escuchado a los técnicos, médicos y testigos, algunos aún no sabemos si es verdad o mentira. Víctima y presunto verdugo sí.