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La "brechita" y por qué Raquel Díaz no fabula

Otros dos episodios anteriores al horror de Toreno en 2020 documentan que la abogada leonesa sufría malos tratos verbales y físicos y vivía sometida a Pedro Muñoz

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La "brechita" y por qué Raquel Díaz no fabula
Los informes forenses detallan 17 lesiones en Raquel Díaz.
Susana Martín
Susana Martín
Lectura estimada: 8 min.
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"Es un milagro que yo esté viva, ¿y de verdad alguien puede tener dudas sobre si hay que publicar o no un trocín de cómo quedé? ¿Por qué se empeñan todos en ocultar la realidad de la violencia?". Con esas palabras de Raquel Díaz al leer el texto que sigue a continuación y contarle el recelo sobre mostrar o no una mínima parte del estado en que quedó el 27 de mayo de 2020 se terminaron las dudas. Ella más que nadie tiene derecho a opinar. Lo que no se muestra, no existe. Se acerca el 25N y tiene razón ella cuando alega que hablar de la violencia de género no es -sólo- hablar de las mujeres asesinadas por sus parejas y exparejas, sino de todo lo demás. Lo conoce bien: formó parte del turno de oficio en Ponferrada durante años, y ahora es una de esas supervivientes a las que tantos parecen no querer ver.

Llega el momento de saber. El espantoso "episodio" que la dejó parapléjica y en silla de ruedas está por juzgar. Veremos qué sentencia la Audiencia Provincial de León.

Una certeza: las pruebas que acreditan lo que vivió Raquel Díaz en episodios anteriores cantan, gritan, lloran desconsoladamente. Que Raquel vivía aterrorizada es más que obvio si se comprueba cómo fueron demasiados momentos de los últimos cuatro años de su vida antes de la fatídica fecha. Lo cuenta ella, que recuerda más de lo que algunos podrían desear, y lo acreditan también cientos de los documentos que recoge el sumario del caso que en diciembre, 1.263 días después de los hechos, sentará en el banquillo a su exmarido.

De todas las delirantes versiones que ha ofrecido a unos y a otros el presunto agresor de Raquel, el exconcejal del Ayuntamiento de Ponferrada Pedro Muñoz, es devastador escuchar lo que le contó Muñoz a E.,  hermano de ella, tan sólo unas horas después del "accidente", cuando Raquel se debatía entre la vida y la muerte en el Hospital de León.

Esto cuenta ella sobre lo que recuerda de esa tarde/noche: "Habíamos discutido el día antes porque yo no quería que fuera al Ayuntamiento a hacerse una foto para la prensa, porque soy hipocondriaca, porque estábamos en la epidemia de covid y porque él había sufrido un infarto. No le hablé, no le di ni un beso en todo el día, no bajé a cenar. Cuando subió y me vio haciendo las maletas en el dormitorio, se enfureció, como tantas veces. Estaba fuera de sí. Me agarró por el cuello con una mano, como tantas veces. Me dio un puñetazo en la cara, me gritó que nunca me iría viva. Me levantó y me lanzó por la terraza contra el pozo. Después bajó y me golpeó en la cabeza y en el cuerpo con una especie de bate de defensa que teníamos en el cuarto de la leña. Me insultaba y me preguntaba si seguía viva. Me daba patadas en las costillas y en las piernas. Lo recuerdo porque he tenido el mismo sueño durante tres años, cada vez con más detalle".

Por si a alguien no le interesa la doctrina del Tribunal Supremo acerca de que la declaración de una víctima provoca el decaimiento de la presunción de inocencia, vayamos a los hechos. Esto dice -literalmente- uno de los informes forenses sobre el estado en que estaba Raquel cuando fue atendida por los sanitarios, que contabilizaron al menos diecisiete lesiones en su cuerpo: "El hematoma del ojo derecho es debido al choque directo de un objeto contundente, por ejemplo, un puño". Y recoge también: "La herida inciso-contusa del cuero cabelludo se puede corresponder con un golpe directo con objeto contundente aplicando una fuerza considerable. Las fracturas vertebrales pueden haberse producido de manera indirecta por el fuerte choque contra un elemento fijo o estático. Las lesiones de pies y tobillos pueden ser compatibles con golpes o presiones directas, por ejemplo, con un pie".

¿Que fabula Raquel? ¿De verdad puede alguien decir que sus declaraciones son fabulaciones porque ella -ahora, y más hace tres años- confunde a veces colores, mezcla episodios del pasado y algunos detalles los tiene difusos? Su presunto agresor intentó acusarla de falso testimonio cuando ella salió del coma y contó al juez qué había pasado aquella noche de terror en Toreno. No quedó acreditado que realmente ella sufriera disparos en la barriga aquella tarde, porque no tenía lesiones externas que lo atestiguaran. "Jugaba a dispararme muchas veces, tenía muy mala puntería", dice ella, "quizá ese día no me disparara, no estoy segura". Cómo coño podría estar segura, con lo que tiene, lo que cuesta es creerse que siga viva... Otro detalle: La Policía Judicial encontró en la finca de Toreno perdigones y una pistola para ¿jugar? a dispararlos. 

Era tal el pánico de Raquel al hombre con el que llegó a casarse a pesar de haber vivido ya al menos un episodio de terror (quedó grabado en la centralita de Emergencias del 112, donde Raquel llamó desesperada ya en marzo de 2018, aunque nadie la socorrió) que la abogada de Villablino se había instalado una aplicación para grabar todas las llamadas de/a su entonces marido.

Aquella fatídica tarde/noche de 2020, cuando Raquel "apareció" semiinconsciente en la finca, Muñoz utilizó el móvil de Raquel para llamar a su cuñado. Y así hablaba 'distendidamente' cuando es de suponer que tendría que estar hundido, hecho polvo, si su mujer "se había caído del tejado" y estaba más muerta que viva, según los informes médicos: "Se cayó desde un tejado, tío, o sea, no se explica otra cosa, o sea, como está como una puta cabra que andaba con chanclas y tal pues intentó subir por ahí para la habitación (...) como si se hubiera deslizado, no sé si me explico". También espeta a E. el exedil que esa noche Raquel "estaba enfadadilla" y que había "un poquito de sangre en el suelo". Un poquito de sangre...

Más estremece -después de ver el estado inenarrable en que "quedó" Raquel- escuchar cómo describe Muñoz sus lesiones: "tenía como una brechita pequeña, pero claro, era del golpe, así como un golpe en el borde de un ojo, puedes tener una brechita pequeña pero ser el golpe muy grande..." El 'golpe' obviamente fue grande. La dejó parapléjica. Los otros 'golpes', los que llegaron después, le causaron graves secuelas neurológicas. Es por eso que, leyendo todos -o cualquiera- de los informes médicos y/o forenses sobre el estado de Raquel, uno se estremece al ojear las 70 páginas que ha firmado un forense de Valladolid y que presenta la defensa de Muñoz como ¿defensa? para la vista oral que sentará a Muñoz en el banquillo de los acusados desde el próximo 11 de diciembre.

Puede decirse sin temor a que lluevan nuevas demandas del presunto agresor (ya intentó denunciar a una vecina que vio cosas y a la propia Raquel), que la abogada leonesa tenía pánico al hombre con el que compartía su vida, como en 'Durmiendo con su enemigo', aquella peli en que Julia Roberts ya no sabe cómo hacer para escapar de su verdugo. Lo ha contado ella en sede judicial (cuando despertó del coma, cuando milagrosamente fue operada y sobrevivió) y se lo había contado ella misma mucho antes -con detalle- a los dos psicólogos online que la trataban desde Cádiz o Murcia, dos terapeutas online para que su marido no se encolerizase si alguien del Bierzo se enterara de que se desahogaba con nadie sobre lo que ocurría en las dos viviendas que compartía la pareja. Muñoz no lo supo con certeza nunca, pero ella se pasó su corto matrimonio pidiendo ayuda desesperadamente. "No podía más", cuenta Raquel ahora. "Con él la vida es el cielo o el infierno", ya dijo hace años a varias personas. 

Por todo esto, resulta difícil de asimilar que el mismísimo jefe de la Policía Local de Ponferrada haya declarado en sede judicial que lo de Raquel "son fabulaciones" (a pesar de todo lo que se ha ido sabiendo sobre el episodio en que ella pidió socorro al 112 y nadie la auxilió). Resulta difícil de asimilar que uno de los abogados de Muñoz diga sin ningún pudor que "lo de Raquel es un problema de salud" y que si hablara su defendido "ardería Troya".

También por todo esto que se va sabiendo, y hay miles de folios que lo apuntalan, resulta incomprensible para los que no somos expertos en asuntos jurídicos de tal envergadura que el Ministerio Fiscal pida para el presunto agresor de Raquel "lesiones agravadas" y no asesinato en grado de tentativa. O que señale la fiscal que Muñoz "se arrepintió". ¿Dónde está el arrepentimiento en alguien que ni reconoce los hechos, que da un sinfín de versiones y ni siquiera reconoce otras agresiones previas documentadas? O que la Fiscalía no haya pedido interrogar a testigos imprescindibles en este caso, aunque afortunadamente haya quien sí vaya a exigir respuestas y responsabilidades a la Policía Local de Ponferrada, por ejemplo.

El sumario de este caso es un cruel catálogo de lo que son los malos tratos, de la violencia extrema que sufría Raquel, que estuvo a punto de perder la vida el 27 de mayo de 2020, en un episodio tan salvaje como el que se juzgará en la Audiencia Provincial de León, más de tres años y medio después del "accidente" de Toreno. En esa vista oral, la acusación particular de Raquel imputa a Muñoz otros siete graves delitos, además de haber intentado asesinarla. 

Su exmarido, Pedro Muñoz, a quien ella señala sin contemplaciones, a quien apuntan numerosas pruebas también, no está condenado aún. La documentación del sumario describe al detalle qué tipo de relación mantenía con Raquel (los wasaps, las llamadas, los miedos) y que -desquiciado o no- aquel día el expolítico quizá perdió los nervios, y que lo que ella ha contado (no recuerda todos los detalles, su cabeza se recupera como puede de daños muy graves) cuadra al milímetro en el guión de una película de terror.

¿Que no la mató? Lo que le ha "ocurrido" a Raquel es bastante peor que la muerte. Es una condena a una muerte en vida que no se le puede desear ni al más hijo de puta de los criminales del universo. Es vivir sin poder vivir. Sobrevivir escondida, aterrada, rodeada de enfermos psiquiátricos y ancianos desde los 44 años. No poder hacer casi nada sola, ni levantarse. Aislarse de un mundo que le ha dado la espalda, como si hubiera muerto hace tres años, como si fuera ella la culpable de estar así, como si todos la hubieran condenado al destierro y a una vida que es todo menos vida.

Pañales, sonda, una grúa para levantarla. Intimidad, cero. Vida íntima, cero. Depender de otros hasta para lo más básico. ¿Se le ocurre a alguien una peor condena de por vida para ella, diga lo que diga la sentencia tras el juicio a su exmarido? ¿Nos apiadaremos de Raquel dentro de 20 años y le daremos un premio por su resiliencia y su milagrosa recuperación a pesar del abandono de casi todos, como se ha hecho con Nevenka esta semana?

No parece que fabule Raquel cuando relata su tormento, no lo parece. Aunque quizá deberá hacerlo -fabular, imaginar otros mundos- para poder soportar el calvario que "se le" ha impuesto mientras viva, una condena en firme para la que no hay castigo ni indeminzación suficiente..

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