El reto de la inteligencia artificial (IA) está en humanizarla, incorporarle una regulación ética y en formar en humanidades a todas las personas que trabajan en estas herramientas, ha afirmado a EFE la lingüista Carmen Aranda.

Esta es una de las conclusiones de su conferencia '¿Inteligencia artificial (IA) o inteligencia a palo seco?', dentro del VII Congreso Trabalengua 2023, que se celebra este fin de semana en La Rioja y que reúne a lingüistas, periodistas y escritores para analizar las últimas tendencias en divulgación del español y la apuesta por el lenguaje claro y la inteligencia artificial.

La IA tiene "gran potencial" y es "la principal palanca de la actual revolución industrial, pero uno de sus grandes retos está en humanizarla", ha asegurado esta especialista, quien atesora un dilatado currículum como cofundadora de empresas; es miembro del Consejo Consultivo del PERTE de la Nueva Economía de la Lengua y asesora a instituciones públicas y privadas en el ámbito de la inteligencia artificial y diversidad.

Sin embargo, entiende que uno de los retos principales de la IA está en humanizarla y en formar en perfiles de humanidades -psicología, filosofía o antropología, entre otras- a quienes dan instrucciones a esas herramientas, como estudiantes de ingenierías o responsables de las firmas tecnológicas que desarrollan estos sistemas.

Si estos perfiles que trabajan el dato y la configuración de los sistemas de IA carecen de formación en humanidades, ha alertado, "no van a pensar en los impactos que pueden tener estas aplicaciones" sobre las personas que las van a utilizar, además de ser necesaria una regulación normativa ética.

Aranda ha contextualizado el título de su conferencia de este sábado en el poema de Gloria Fuertes "No tengo memoria", en el que indica que está condenada a ser inteligente a palo seco.

Desde su punto de vista, "la IA es una herramienta pero, como personas, tenemos muchas más con las que superar de forma brillante a esta tecnología".

Una inteligencia "tonta"

Aranda, quien actualmente dirige el Clúster en Humanidades Digitales y Tecnologías del Español de la Comunidad de Madrid, ha defendido también que "las aplicaciones de inteligencia artificial, aparentemente, son muy inteligentes, pero increíblemente tontas porque no actúan, no trabajan ni procesan con la misma lógica que los hablantes en nuestro lenguaje natural".

El lenguaje natural de las personas, ha proseguido, es "un increíble sistema de comunicación", en el que "interviene la voz, el tono, la comunicación no verbal, el léxico, la capacidad asociativa, el conocimiento del mundo y la cultura", lo que las máquinas -la inteligencia artificial- no procesan.

Actualmente, estas tecnologías, como el ChatGPT -una inteligencia artificial entrenada para mantener conversaciones- son capaces de resumir, de hacer muchas funcionalidades, producir y proponer determinados tipos de contenido, ha precisado. Sin embargo, "son loritos", trabajan a través de probabilidades y les cuesta interpretar, por ejemplo, aspectos de la semántica, como la ironía o la metáfora, las frases dubitativas o causativas, ha reflexionado.

"Ese rápido procesamiento asociativo que tenemos los hablantes, por ejemplo, en los chistes o en los juego de palabras", ha precisado, no lo tiene la inteligencia artificial y ese es también un reto de estas herramientas en término de la lingüística.

Ha incidido en que los sistemas de inteligencia artificial que afectan las personas precisan de incorporar componentes éticos y, a este respecto, "queda por avanzar en estas tecnologías", como es el aspecto de regulación normativa.