El artista actuará el próximo 26 de abril en el parking del Estadio José Zorrilla
Tres Jóvenes Orquestas Sinfónicas
La crítica cultural de este lunes en 'Palabras contra el olvido'
Tres jóvenes orquestas: la Joven Orquesta Filarmónica de Bergen, la Joven Orquesta Nacional de España y la Joven Orquesta Sinfónica de Zúrich han pasado por el Centro Cultural Miguel Delibes (CCMD) y han dejado un rastro de esperanza y de estremecimiento que solo la música clásica puede ofrecer.
La Joven Orquesta Filarmónica de Bergen tiene en su director Kjell Seim un tesoro. Conquistó a la Sala Sinfónica Jesús López Cobos con su desparpajo y sus cantos introductorios de Geirr Tveitt con Cien Melodías Populares de Hardanger, op. 151. Luego cuando llegó la impresionante Soprano Hedvig Haugerud para cantar la Canciones para Soprano y Orquesta de Edvard Grieg la sala no le quietó ojo y oído durante toda la audición.
Para rematar, Sibelius y su Sinfonía nº 2. Y allí apareció en todo su esplendor, la saudade, la morriña, la añoranza, el vínculo con la música del gran Sibelius que no dejó a nadie indiferente.
La Joven Orquesta Nacional de España ? La Jonde- llegó al frente del carismático Gordan Nikolic y la agrupación BandArt y por decirlo rápido, nos ofreció un concierto delicioso. Su Gran Fuga de Beethoven resultó insuperable. Toda la orquesta estuvo a un nivel superior, se nota, se ve, se palpa que el talento les sobra y la ganas también. La Sinfonía Fantástica de Berlioz nunca se había escuchado en esta sala de esa manera tan absoluta. Las propinas fueron de padrino rico y el pasodoble maravilloso para gente sin complejos y que sabe apreciar sin prejuicios la música, a secas.
La Joven Orquesta Sinfónica de Zúrich que cerró el ciclo abrió el concierto con el Cantus in Memoriam Benjamin Briten, su música de película sirvió de aperitivo para la Sinfonía Nº 1 Titan de Gustav Mahler. Cada época tiene sus valores y una predisposición subjetiva en relación con las certezas y las dudas. Mahler supo poner el sonido a la época que le tocó vivir. La música es capaz de expresarse y mostrar cómo somos capaces de relacionarnos.
Los pueblos no tienen memoria si no, no estaríamos como estamos. Mahler pasó por todas las penurias que uno puede imaginar. Su música que escuchamos esta tarde está cargada de razón. A veces se puede tener la sensación que entre su época y la nuestra no hay mucha diferencia. Pero escuchándola uno siente profundamente. Como escribió Ruskin, se puede convertir en un abrigo no solo contra el daño, sino contra todo terror, duda y discordia. Y puede que para el 99,9% del público, esta tarde, mientras escucha a Mahler, sea así.
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