Tiranía de la información y la cultura
Javier Urra nos deja un artículo de opinión para TRIBUNA
Vivimos un tiempo en que la queja se instala permanentemente, y la exigencia al otro se convierte en acrítica y cotidiana, a veces pareciera un lodazal de egos.
La sociedad española cuenta con un débil entramado de sociedad civil, ha sido poco estimulada, pero además requiere compromiso y responsabilidad personal.
Debiéramos manejarnos desde la ética de la atención y del cuidado, indignarnos ante la corrupción y mostrar desprecio ante quienes utilizan medios digitales como Twitter para incitar al linchamiento.
Un ambiente donde se elude la realidad, y se busca generar adicción a creencias no verificadas científicamente, es el caso de los libros de autoayuda. Donde se rehúye el enfrentarse con el sufrimiento.
Nos rodea el negacionismo, entendido como el rechazo del consenso científico con argumentos ajenos a la propia ciencia, o sin ningún argumento.
Las noticias falsas, impiden la construcción de un juicio racional y bien formado. La ciudadanía, deberíamos recibir educación sobre obtención de información de calidad y alfabetización digital.
Ante un atroz relativismo cultural, resulta exigible a quien todavía está capacitado, un compromiso con el análisis crítico, donde no se tergiverse la ciencia, ni se resucite la Inquisición.
La comunicación es la vía de transmisión del pensamiento, define y constituye la identidad, precisa del lenguaje, por tanto, cuidemos lo que decimos.
Ahora y siempre, hemos de ejercer la dignidad del pensamiento, erradicar el yo, el ego, el nosotros, o el apelar a nuestra causa.
Propiciemos la visión en gran angular, perspectiva poliédrica, abrir la mente y no enclaustrarnos en la endogamia.
Convendría recordar, que lo moderno, enseguida se queda viejo, y que para alejarse del error, resulta preventivo dejar abierta la pregunta.
Estamos ante una tiranía que igual prohíbe libros, que obras de teatro, o expresiones que interpreten ofensivas para minorías identitarias, estas generaciones creen estar en posesión de la verdad, hasta para juzgar a las que les antecedieron.
Nos encontramos con un estado de inmadurez colectiva, de razonamientos inconscientes e inconsistentes, conductas inconsecuentes y decisiones irresponsables.
Pienso que gran parte de los problemas de la humanidad vienen de la mano de un empobrecedor uso de la palabra.
Hay muchos individuos informados, pero son escasos los que comprenden
No cultivemos el dogmatismo de lo banal, llenemos nuestra existencia de argumento, no nos convirtamos en seres menguantes.
Agradezcamos a los que nos han antecedido, la civilización y cultura heredada. Para que nuestra existencia sea digna de ser vivida, precisamos de cultura.
Somos los responsables de lo que acontece en la sociedad, nosotros, con espíritu crítico, que busque ser una sociedad libre y de verdad democrática, una sociedad culta, donde se lea y se sea ciudadano.
Hay que saber escoger los retos, anticipar hasta donde se puede llegar, sin sobrevalorar el pensamiento individual.
Debiéramos desarrollar el aprendizaje deliberativo basado en discurrir, discutir y debatir.
Hemos de educar y educarnos en el Tú, el vosotros, el nosotros, como reequilibrio del Yo. Precisamos certezas esenciales, valores fundamentales para no diluirnos en el hedonismo, materialismo, consumismo, individualismo.
La educación, la cultura, han de mejorar, y mucho, debe preocuparnos la disminución drástica de lectura, y aun de lo que se lee; con respecto a la Universidad además de buenos profesionales, debe formar personas y transmitir una importante base humanística (arte; literatura; filosofía; antropología; historia).
Evaluemos la información, también la incierta, y seamos audaces, mientras sonreímos. Sabemos que pensar es esencial, sentir fundamental, pero hacer es absolutamente necesario.