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Tiempo de política y políticos

Tribuna
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La composición de los gobiernos municipales de la Comunidad, salvo en el caso pendiente de León, ha puesto a Castilla y León en marcha después de un periplo demasiado electoral que ha engarzado unas inéditas elecciones autonómicas hace un año con las municipales de mayo. La sociedad necesitaba una normalidad institucional que, indudablemente, se altera en cada ciclo de consultas.

Castilla y León no ha protagonizado ninguna sorpresa extemporánea surgida de las conversaciones entre PP y VOX. La Comunidad, pionera en eso de los pactos entre las formaciones de derechas, ha mantenido una especie de hilo conductor en las negociaciones donde era necesario el acuerdo. Sin duda, el año de rodaje del Gobierno de coalición en la Junta ha resultado determinante para que nada pudiera alterar un supuesto entendimiento normal entre dos partidos con más puntos en común que diferencias.

La recuperación del poder territorial por parte del PP ha dejado muy tocada al ala socialista, que todavía se pregunta las razones de su descalabro mientras anuncia que defenderá en la inmediata campaña de las generales "con orgullo" el legado de estos cuatro años de Pedro Sánchez. Porque, en clave de generales, lo de las composiciones de las listas ha sido otra nota para apuntar en la discordancia entre partidos y sociedad, con esas internas batallas cainitas que despiertan los recelos del votante normal atónito ante tanta erótica de poder.

Castilla y León ha comenzado su periplo con reivindicaciones municipales. Burgos insiste en su Parque Agroalimentario como eje fundamental para su desarrollo económico, Salamanca se afana en apuntalar su liderazgo en la industria de la enseñanza del español, pero la madre de todas las batallas se lo anota Valladolid, que hasta ha implicado a Feijóo con promesas de campaña en torno al macroproyecto del soterramiento ferroviario, un anhelo perdido hace tiempo porque lo rechazó el Gobierno socialista y ahora recupera el PP impulsado por una Plataforma Ciudadana que sumó 2.800 votos en las elecciones, fundamentales para restar fuerza a la izquierda y provocar el pacto PP-VOX.

El nuevo alcalde de Valladolid ha querido justificar públicamente que su deseo de encabezar también las listas del Senado es precisamente para estar en los cenáculos de Madrid, donde se gestan las grandes operaciones. Pero la Cámara Alta no es precisamente el mejor punto de encuentro para reunir a ministros o secretarios generales, que van por ahí de cuando en vez. Sin embargo, decisiones de este tipo, inentendibles para el común de los mortales, solo se justifican si el trabajo fructifica. El compromiso del soterramiento es demasiado fuerte como para hipotecar una carrera política así por las buenas. Por eso, la responsabilidad está ahora en la gestión de Jesús Julio Carnero como la del Parque Agroalimentario en la fuerza de Cristina Ayala. Los ciudadanos van a mirar con lupa todo lo que hagan porque ahora estamos en los tiempos para la política y los políticos.

Estamos a las puertas de una campaña electoral diferente en todos los aspectos. Ahora se juega en clave nacional, pero los territorios van a implicarse en un último esfuerzo que debe ser la antesala de la "nueva normalidad" que tanto necesita una España demasiado cargada de tensiones políticas y muy poco enfocada a solventar los problemas reales de cada día.

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