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Música y pinchos

La crítica cultural de Ágreda en TRIBUNA

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Música y pinchos
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

Todo se diluye en la totalidad -dijo el ratón-, y orinó en el mar. (Proverbio húngaro) Resulta del todo increíble que El Concurso Provincial de pinchos entregara sus premios en la Sala de Cámara del Centro Cultural Miguel Delibes y que el Cuarteto Belcea ( uno de los mejores del panorama internacional)  que estaba programado en esa sala hace meses fuera desplazado   al Auditorio Feria de Valladolid, que más que un auditorio parece el vientre de una ballena, ruidos por aquí, crujir de asientos por allá y del sonido mejor no hablar. Pero ya se sabe que donde hay patrón, no manda marinero. Y no me extrañaría que acabaremos viendo alguna despedida de soltero en el CCMD. Corramos un tupido velo.

Corazón. Que la música puede con todo y con todos  esta tarde es una prueba de ello. Y que el Cuarteto Belcea está por encima de las "circunstancias" y que nos va a ofrecer un concierto de muchos quilates se nota ya en el primer movimiento Allegro moderato del Cuarteto nº 10 en Mi bemol, D87 de Franz Schubert. La música de Schubert tiene la facultad, tiene la capacidad de llegar a donde llegan pocos compositores. Su música se convierte en una auténtica aventura que atrapa al oyente que se deja arrullar por un romanticismo siempre juvenil, un romanticismo que aúna música y poesía. Todos llegamos como extraños a este mundo y todos partimos de él de la misma forma.

Tripas. El Cuarteto nº 8 de Shostakóvich te lleva a un mundo claustrofóbico y a su contrario, contiene esa contradicción. Por momentos sientes que van a venir a detenerte, te van a llevar esposado, te van acusar con pruebas falsas y te van a conducir al Gulag para que espabiles. Pero de repente se hace la luz y su música resulta almibarada, dulce como una plazuela en una noche de verano donde hay que aguzar el oído para saborear toda la paleta de colores que contiene los cinco movimientos de este Cuartero nº 8.

Cabeza. El Cuarteto nº 7 en Fa mayor, 'op.59 nº 1, Razumovski' de Ludwig van Beethoven sencillamente es genial. Es genial por su sencillez, por una belleza verdadera que lleva consigo una voluntad férrea para superar todas las dificultades que presenta la partitura que son muchas y variadas. Escuchas a Beethoven y toda cuadra, no falta ni sobra nada. ¿No es esta la mejor definición de la belleza?

El Cuarteto Belcea ofreció al respetable un concierto memorable dadas las circunstancias y me supongo que haciendo de "tripas corazón", su caché no merecía este auditorio, y seguro que con el firme propósito de no tomar nada que huela pincho en su vida. Pero hombre, por Dios, en qué cabeza cabe... El gol a Jesús Herrera (gerente de la orquesta) ha sido por toda la escuadra.

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