Los viejos libros y papeles que guardan las Iglesias de Tordesillas tienen en su interior noticias más que curiosas, bellas e interesantes, que conviene dar a conocer para que cuantos se enorgullecen con las cosas de su pueblo, vean así compensado el conocimiento con la palabra, pues no había imágenes fotográficas como ahora prevalecen.

El corro de la Iglesia de Santiago fue el sitio elegido el año 1620 para correr y torear una vaca brava del tesorero de la Santa Cruzada Andrés de Cedillo por los tordesillanos de entonces, con motivo de la Octava del Corpus que, además de las honras a la divinidad, el asueto, la alegría y el jolgorio estaban garantizados para desarrollar la afición de tantos y tantos parroquianos que divertían la jornada corriendo una vaca brava. Y que por cierto no pagaron.

En la demanda del propietario es donde aparece la curiosidad que se relata, quejándose de que la vaca brava no se la habían pagado, pese a haberla corrido y toreado en la octava del Corpus.

La Octava del Corpus era un buen momento para entretener la jornada y qué mejor  hacerlo que con toros, novillos o vacas bravas pues como suele decirse, un pueblo con toros, es un pueblo mejor. Lo mismo se hacía en San Juan al "correrse los tres toros y que el pan se venda a nueve maravedís el cuartal", como figura escrito y dispuesto en el libro de Acuerdos municipales o el encierro de un toro en la colación de San Miguel.

Si es que lo que no hayamos tenido en nuestro pueblo por causa de los toros bravos, no lo ha tenido ninguna otra población.

En este dibujo a la acuarela, magnífica, de mi amigo José Ramón Muelas se capta de forma ficticia la invención por la actividad de aquellos tordesillanos, hombres y mujeres del ayer, que tuvieron a su pueblo y a sus recintos en lo más profundo de su vida y de su corazón.