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VOX ya habla de pactos en Castilla y León

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El vicepresidente García Gallardo ha rebajado su tono y presenta un perfil más alejado del radicalismo, aunque sin renunciar a los principios esenciales de VOX. La convocatoria electoral del 28 de mayo ya ha abierto su caja de pandora; como ejemplo basta mirar hacia el interior de formaciones como el PP de Valladolid para comprobar que los cuchillos vuelan afilados entre supuestos compañeros de partido.

García Gallardo ha calificado a Fernández Mañueco como "pionero" en España por abanderar la primera fusión de Gobierno entre PP y VOX. Es cierto, pero esa condición vino impuesta por un resultado electoral que se alejó de las previsiones que motivaron el adelanto electoral. No había más remedio que cabalgar con unos caballos prestados que mutaron del naranja de Ciudadanos al verde de VOX. Hoy, los de Santiago Abascal ya empiezan a hacer cuentas de cómo rentabilizar su más que posible condición de llave electoral en varios municipios de la Comunidad.

Las encuestas apuntan hacia esa tendencia en capitales de provincia y el vicepresidente no ha ocultado la posibilidad de jugar al intercambio de cromos, cromos de poder que tienen como objetivo dejar en manos de VOX alguna institución. Este trueque ya existió con Ciudadanos, pero aquel contexto era tan diferente que en el PP ya no contemplan esa posibilidad. VOX no puede jugar a cambiar una alcaldía de un municipio por una Diputación de otra provincia, por ejemplo. No es serio, ni es el mejor mensaje para unos votantes que deben saber para qué vale su voto.

El presidente de la Junta de Castilla y León convive más o menos asentado con sus compañeros de coalición de VOX y, peinetas aparte, parece que han encontrado un cauce de sosiego para que la gestión política no sea noticia por excentricidades o comentarios impostados. Si todo es fruto de un entendimiento más pausado, las cosas funcionarán como en cualquier otro gobierno de coalición sea de izquierdas o de derechas; si solo es una consecuencia del tramo preelectoral en el que nos encontramos, la situación volverá a complicarse después porque cada uno tirará para su lado. Pero VOX ya habla de pactos y eso es una declaración de intenciones que debe consolidarse en propuestas eficientes, serias y convincentes. Si VOX juega a cambiar cromos en la plaza se estará descubriendo como un partido sin más proyecto que revolotear. Más o menos como hizo con la moción de censura de Ramón Tamames que hoy es historia gracias a la gestación subrogada de Ana García Obregón. En España ya tenemos otra preocupación más que ha saltado del couché a las valoraciones políticas.

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