El Real Valladolid cosechó 22 victorias y 14 empates en las 45 visitas del conjunto rojiblanco
Bochorno reiterativo
La opinión de Alejandro de Grado en TRIBUNA
El fútbol es un deporte que muchas veces no es justo con los equipos, pero sí que es capaz de dejarte en tu sitio y avergonzarte cuando se hacen las cosas mal. Sin embargo, lo que no llega a controlar es el continente y no el contenido porque son los propios protagonistas los dueños de sus actos. Al Real Valladolid no le meto en este grupo porque traspasa los límites hasta alcanzar el ridículo convirtiéndose, a su vez, en un bochorno reiterativo que acaba hartando más que cansando. Eso sí, somos conscientes de que volveremos a tropezar con la misma piedra porque lo de este viernes lo seguiremos viendo, al igual que la rueda de prensa posterior que parece que te están tomando el pelo cuando escuchas al entrenador decir, después de perder dando una imagen anticompetitiva, que "el equipo se ha dejado el alma". Y, además, lo ha dicho convencido. ¿De verdad se cree que nos vamos a 'tragar' una barbaridad de este calibre?
La excusa, en este sentido, no debería ser que no le gusten las comparecencias en caliente (lo ha reconocido en más de una ocasión) porque no todo vale. Eso forma parte del trabajo. Si me guio por esa regla de tres, puedo decir que a mí tampoco me gusta dar explicaciones cuando fallo, pero las tengo que dar. ¿Tanto le cuesta reconocer que el equipo no ha estado a la altura? Evidentemente la derrota no la quiero enfocar a los errores del entrenador, pero en este caso en el resultado especialmente tiene muchísima responsabilidad. Primero, por no acertar con la alineación. Jugadores como Sergio Escudero, que se ha visto desbordado durante todo el partido, no debería jugar de titular y, si decides darle la oportunidad, tienes que dar con la tecla de que el lateral cuente con ayudas y no se vea sometido de manera constante. Al jugador no se le tiene que meter en problemas. Hay veces que pienso, y cada vez más, que este entrenador juega con unas cartas, pero esconde la mano cuando justo le va a llegar el turno. Y así es imposible.
Hablo de Escudero, pero puedo citar a Óscar Plano o a Iván Sánchez, desaparecidos cuando el equipo les necesita. Te pueden dar una de cal y otra de arena, aunque no van a ser sustituidos hasta que Pacheta coja las riendas de los encuentros como ha pasado este viernes. Se creía que con el gol de Larin podría apostar, pero el equipo no se merecía disfrutar de la opción de puntuar por todo lo que ya había ofrecido previamente. En cualquier caso, el choque me ha recordado a cuando juegan un equipo Cadete contra otro Infantil, que este se ve superado porque tienen menos años, o cuando un equipo de Primera División se enfrenta en Copa a otro de inferior categoría. De hecho, si me pongo a analizar eliminatorias, seguro que veo algún ejemplo en concreto que se asemeja a lo que hemos vivido en Zorrilla.
Cualquiera diría que el que ha perdido estaba, antes de jugar el partido, a tan solo cinco puntos de su rival cuando hay una diferencia abismal entre ellos. Eso sí, quiero dejar claro que esto sucede porque el Pucela pone mucho de su parte. Es la enésima oportunidad que deja escapar en otro encuentro que tira como si les sobrara los puntos. Cuesta entender, además, que después de pasar vergüenza en Vigo o en Elche, el Real Valladolid se supere a sí mismo ante su afición. Parte de ella ha tomado la decisión de pitar (incluso gritando: "Ronaldo, vete ya") y se ha marchado antes de tiempo, pero al parecer los que estaban en el césped no se estaban dando cuenta de lo sucedido para seguir el guion de todas las semanas. Es decir, tras el partido ahora digo que no todo está tan mal, hago autocrítica en la previa y me voy a mi casa con la autoestima por las nubes como si viviéramos todos en los mundos de Yupi. Surrealista.
Todo esto provoca que el equipo siga sin remar en la misma dirección, ya ni con el famoso "camino" o ni con el fabuloso "martillo, martillo, martillo", porque el capitán no coge el timón y el barco, por mucho que quieras, no se moverá como acabará pasando con las cartas.