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De chica reality a influencer

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De chica reality a influencer
Miguel Ángel Fernández.
Miguel Ángel Fernández.
Lectura estimada: 2 min.

Cada semana uno de los personajes de internet mejores pagados se queja de lo "durísimo" que es ser ellos y reivindica que su trabajo "no consiste solo en hacerse fotos y hacer bailes en clips de quince segundos". Los alegatos de defensa suelen ir acompañados de un "hay mucho más detrás de lo que todos veis" o de un "esta exposición afecta mucho a nuestra  salud mental".

No niego que estar todo el día delante de un Smartphone sea perjudicial para la salud, de hecho sería hablar sin saber. Pero tampoco hace falta explicar que ese es uno de los trabajos más deseados por el resto de los mortales. A pesar de que Laura Escanes o Dulceida dejen las redes durante dos semanas para no percibir tanta crítica cada vez que se divorcian.

La vida personal de los influencers interesa, eso es un hecho. Pero tampoco son objeto de acoso o burla como pueden ser otros personajes del mundo del corazón. Hasta el punto que los que antes se prestaban a participar en realities shows han decidido apartar esa faceta más conflictiva para redirigir su carrera hacia las redes sociales, aprovechando la fama que les brindó la televisión.

Hay que tener en cuenta que no todo el mundo que cuenta con una cifra llamativa de followers sirve para la industria de los patrocinios en Instagram, de hecho, cada dos por tres, salen noticias de influencers que promocionan páginas con ropa de mala calidad, que se quedan prendas que les regalan o que, incluso, anuncian sorteos que ni si quiera llegan a celebrarse. Cualquier petardo de la Isla de las Tentaciones no puede ir a la Fashion Week de Milán, pero bueno, siempre les quedará anunciar un blanqueador de dientes o un aparato de gimnasia pasiva.

Eso sí, son muchos los ejemplos de personas que sí que empezaron en televisión y han sabido adaptarse a las exigencias de la nueva profesión, hasta el punto de estar a la altura de que María Pombo te invite a su cumpleaños o de terminar con la nieta mayor del rey emérito de vacaciones.

Violeta Mangriñan es, bajo mi humilde opinión personal, una influencer que se ha creado a sí misma y que ha dejado su lado más agresivo de televisión, aunque no siempre, para convertir sus fotos en su modo de vida. Ha sabido exprimir su potencial y acercar las tendencias a la gente de la calle que necesita un referente de estilo.

Laura Matamoros también superó su paso por un famoso reality de Telecinco y ahora se junta con algunas de las profesionales de la industria de la moda, por eso mismo camino van Melyssa Pinto y Sofía Suescun que trabajan con una de las dos principales agencias de representación de esta nueva profesión.

Sin embargo, existen otras chicas reality que, a pesar de tener tantos seguidores como las instagramers que salen en la revista ¡Hola!, jamás tendrán una imagen seria en la industria de los creadores de contenido. Cosa que yo casi prefiero. No quiero que Oriana Marzoli pierda tiempo haciéndose sesiones de fotos, o enseñando qué ropa se compra por internet, prefiero tenerla en televisión desquiciando a sus compañeros de programa.

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