Entras en la Sala de Exposiciones de la Casa Revilla y leo en rótulo de una  fotografía:? Periodistas y fotógrafos  detrás de sacos de arena observan desde territorio francés, el incendio de Puigcerdá  durante el asalto de las tropas franquistas  (1 de febrero de 1939)? Empezamos bien.

Las buenas exposiciones, como estas, tienen que interpelar a quienes las visitan. La primera fotografía que veo todavía me está dando vueltas en la cabeza ¡Puigcerdá en llamas! Un viento frío se coló en la sala de exposiciones,  y de repente todo se hizo presente. Allí, en el frente, en la lejanía surgió la figura de mi querido padre. El que me enseñó a  insuflar alma a cualquier cosa. Estuvo en dos guerras y a pesar de todo nunca le vi experimentar odio  a la raza humana.

Sabía que el odio te destruye a ti antes que a los demás. Y estaba allí con 19 años pegando tiros. Pero ahora se ha hecho aquí presente por una fotografía que podría formar parte de esta exposición. Todos tenemos en casa fotografías de nuestros abuelos o nuestras madres y padres y hermanos que podría estar colgados en estas paredes. Dice  Henry James, el autor de Retrato de una dama, que todos los futuros son crueles. Viendo las fotografías de la Casa Revilla se podría cambiar el vaticinio y decir que lo que ha sido más cruel en España ha sido el pasado.

Cierro los  ojos y veo  la fotografía de mi padre en el Lago de Puigcerdá. Con la mano izquierda en el bolso del pantalón que luce una raya recta como una autopista; la chaqueta que le sienta que ni pintada; el pelo al agua y esa mirada que había sido testigo de tanta desolación y tanto sufrimiento pero que ahora mira al fotógrafo como si nada hubiera ocurrido, llena de luz. Esta recomendable exposición Corresponsales en la Guerra de España que se puede ver hasta el 28 de agosto en la Casa Revilla nos ofrece una imagen y unas palabras fidedignas y también dolorosas de una lucha entre hermanos. Una imagen de nosotros mismos: una puzle cargados de sentimientos y resentimientos.

Decía la poeta escocesa Kathleen Jamie que resulta más verosímil contar una vida desde el dolor que desde la alegría y puede que tenga razón.  Toda historia humana implica  episodios de dolor, miedo y desolación. Aquí los retratados te miran a ti a los ojos, como si al visitante le estuvieran retratando y no al revés.