Veintisiete mujeres

Fueron las que denunciaron al famoso tenor español por conducta agresiva y manipuladora hacia ellas.

En cualquier corrillo de bar o tertulia familiar fueron cuestionadas por la tardanza en la denuncia de los hechos y por quererse aprovechar de la fama del denunciado y volver a tener un minuto de gloria en prensa de color.

Después de mucho tiempo el hombre aclamado, respetado y admirado envío una breve nota de prensa en más o menos términos de pedir disculpa si alguna se había sentido ofendida o dolida por la conducta hacia ellas. Y punto.

Los seductores famosos no necesitan pinchazos en plazas de pueblo ni adulterar bebidas en verbenas de agosto.

Los conquistadores de verdad esperan en habitaciones superiores con colchones King Size a que unos nudillos llamen suavemente en puertas de caoba blanca.

Los enfermos de la bragueta no se conforman con presas dóciles, fáciles de manejar y complacer, por eso a veces realizan llamadas a teléfonos de perturbados que manipulan en sectas a jóvenes que no sabrían distinguir el norte del sur en un mapamundi.

De momento él calla y otorga como en la anterior denuncia.

Él sabe que la próxima vez que en España suba a un escenario se le volverá a tributar una ovación de toda la platea puesta en pie durante 27 minutos, uno por cada mujer humillada, apaleada, humillada y vejada.

Así es nuestra respuesta hacia los despreciables inventores del poliamor no consentido.

La presunción de inocencia es obligatoria para cualquier persona, tenga el rango social que tenga, pero ante hechos tan graves no es más fácil salir aclarando que esa voz no le pertenece o que nunca ha participado en conductas tan deleznables como las que se están investigando?

Espero que este señor duerma plácidamente y con la conciencia tranquila por su bien y el de todos.

Mientras no haga gallos en la operas, al personal de collares de perlas de doble vuelta, le dará igual, como si usted se acuesta con gallinas?que de algo las vendrán la fama, ¿verdad?.