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Las cosas del Sr. Arnuncio

Ágreda nos trae una nueva entrega de sus 'Palabras contra el olvido'

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Las cosas del Sr. Arnuncio
Tribuna
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Una cuestión de tiempo. Entras en la Sala 9 de El Patio Herreriano y tienes la impresión de que estas escuchando furtivamente a Juan Carlos Arnuncio. De memoria sobrenatural, charla sugerente, inteligentísimo, conquistador de hombres y mujeres, dueño de un ego controlado, tiene un universo creativo que el visitante de esta exposición puede degustar a sus anchas.

Aquí en la Sala 9 está su testimonio de su amor a la arquitectura y a la literatura, en otras cosas. Aquí está la experiencia, el territorio, los antepasados y la cultura. Con la premisa por bandera de primero confundirse y luego aprender hacerlo bien. Porque Arnuncio tiene varias maneras de mostrarse. Es uno en todo. Siempre lo ha sido.  Esto se traduce en su arquitectura, entendiendo la palabra arquitectura como su mirada sobre el mundo y sus habitantes.

Con un particular sentido del humor, tiene el comentario preciso para provocar y hacer dudar al interlocutor, sin mala fe; le gusta también señalar el elegio si es imprescindible.  Visitando esta exposición se pueden vislumbrar las preocupaciones de Arnuncio. Preocupación por crear espacios donde la mirada descanse, mirar lejos descansa, dice el poeta.  Descansar y estar a gusto.

No empieza Arnuncio ningún proyecto sin antes haber dado "un chapuzón" por la zona: cultura, sus gentes, árboles y piedras, las características propias del lugar.  De todo eso luego surgen sus dibujos, sus planos y sobre todo saber en todo momento en qué lugar estás.

La mirada forma parte de la mente. Decía Kipling que se puede mirar de frente al triunfo y al desastre y tratar por igual a ambos impostores. Todo lo que ha dibujado Arnuncio está hecho bajo una realidad vista desde un temperamento. Un temperamento que no se detiene, aunque las velas se rasguen y los mástiles se hagan añicos por los vientos del norte. Después de todo es el trayecto más común de cualquier arquitecto.

La Sala 9 del Herreriano se ha convertido por obra y gracias de Juan Carlos Arnuncio en un punto de encuentro, descubrimiento y charla y solo por eso merece la pena darse una vuelta por allí y envolverse con la atmosfera que se respira.

Hisham Matar en su estupendo libro Un mes en Siena dice que no hay nada más generoso en la vida que el arte. Generoso en el doble sentido de dar y generar. La Sala 9 del Herreriano es un lugar muy generoso.  

 

 

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