Un agente de Policía Nacional y un Guardia Civil, ambos fuera de servicio fueron los primeros en intervenir
La realidad del Zambrana, desde dentro: "Mentiría si dijera que no he pasado miedo en el centro"
Dos empleados atienden a TRIBUNA y analizan la situación actual del espacio ante el "abandono institucional" que sufren por parte de la Junta de Castilla y León
La situación del centro de menores Zambrana no mejora a pesar de los esfuerzos de los trabajadores de evitar que se produzcan agresiones y de la intención de éstos de reunirse con la consejera de Familia de la Junta de Castilla y León, Isabel Blanco. Según relatan a TRIBUNA, Blanco no se ha reunido en ningún momento con los empleados, algo que siguen sin entender porque cada decisión que toma "es peor que la anterior". Es más, algunos trabajadores se han ido por "salud mental" o porque están "reventados físicamente", y otros se están planteando marcharse ante el "abandono institucional" que sufren, año tras año, por la administración regional.
"Quedamos cada vez menos veteranos y las unidades funcionan, principalmente, por la gente que llevamos trabajando muchos años. Es un trabajo tan complejo que requiere una gran responsabilidad, un proceso y una adaptación. Hay gente que viene sin saber lo que se puede encontrar. Nos dejan tirados. No nos olvidemos que la gente joven que viene a trabajar al centro suelen durar poco porque se van, como es lógico. Hay un cansancio acumulado, y no podemos más", añade.
De hecho, califica las medidas anunciadas por la consejera de "cortina de humo" porque "la organización sigue siendo horrible". "Llevamos dos años intentando reunirnos con la consejera. Se han solicitado reuniones con la Consejería y nadie nos ha contestado. Sabemos que se comunica con la empresa, pero no con los trabajadores. Es decir, es una comunicación unilateral. Se toman las decisiones sin ningún tipo de consenso. De ahí, que ninguna decisión haya mejorado la situación. Ni una", lamenta. En este sentido, considera que la consejera "ahorraría dinero" si se reúne con ellos, ya que al no hablar con los verdaderos protagonistas, "está despilfarrando inversiones".
Preguntado sobre las agresiones sufridas, este trabajador apunta que sí que ha tenido que lidiar con alguna, siendo consciente, desgraciadamente, que va a tener que vivir esta realidad en más de una ocasión. "Se ha normalizado que nos peguen y va a seguir sucediendo. No hay equipos estables y la gente que viene, se va. Necesitaríamos más personal de seguridad. Las decisiones se toman desde un punto de vista y no nos tienen en cuenta para nada. Estamos suplicando e incluso rogando que hable la consejera con nosotros y mientras eso no suceda, esto va a ir a peor", reitera.
También valoró las condiciones laborales que lleva consigo el centro, donde hacen "más de 1.700 horas al año", algo que "es descabellado" y "perjudicial" para la salud mental de cualquier persona. Es más, solo descansan "un fin de semana al mes" y "el sueldo es una vergüenza". "¿Esperaban encontrar gente que aceptara estas condiciones? Es imposible. Hay que tomar decisiones coherentes que faciliten el trabajo. Cuando esta gente no quiera venir más, ¿de dónde vamos a sacar más? Hay personas a las que todavía las deben vacaciones del año 2024, días de asuntos propios... Así es imposible que tengamos una estabilidad", insiste.
Estas razones provocan que a los empleados les muevan como "peones" hasta el punto de que la falta de personal y de seguridad motive que "haya pasado miedo" en ciertas ocasiones: "Mentiría si te dijera que no he pasado miedo en el centro, y el que te diga lo contrario, miente. Creo que las consecuencias a esas agresiones son anecdóticas. No existe un castigo posterior. El trabajo se agrava exponencialmente cuando encima trabajamos con gente que solo lleva dos días en el centro. Ahora atendemos a muchos chavales. Llevamos pidiendo auxilio y ayuda de manera desesperada para sentarnos con la administración. Creemos que es de sentido común".
OTRO EMPLEADO QUE SUFRE EL DÍA A DÍA EN EL CENTRO
En la línea del anterior empleado, éste denuncia que se siente "desprotegido" ante las agresiones que, en cualquier momento, puede sufrir. Para este trabajador, "las condiciones laborales son malas" y "en los puestos de seguridad hay muy pocos efectivos", por lo que "si pasa algo grave", están "vendidos". "Los menores pueden colar cualquier cosa. Te dicen te voy a matar, se cagan en tu madre, en tus muertos, te amenazan de que te van a esperar a la salida para darte una paliza, te escupen, son amenazas constantes... A veces, sales, pides que venga alguien de seguridad, pero nadie te responde", apunta.
Sin embargo, sus ganas de "sacar la situación adelante" hacen que, al contrario del anterior empleado, no se haya planteado marcharse: "Hay situaciones que te superan y no sabes abordarlas (sobre todo cuando no hay personal y te toca estar solo) y ahí puede que sientas miedo de que se puedan crear situaciones de conflicto y salgas tú dañado. Es un trabajo que me gusta realmente, pero he de reconocer que, al no llevar tanto tiempo en el centro, no estoy tan quemado como otros. Hay compañeros y compañeras que han tenido que lidiar con casos de violencia y eso al final te afecta porque no sabes cuándo te va a pasar a ti".
Por último, detalla que lo único que busca es "poner los pies en la tierra" a los menores y preparar a los mismos para "la vida laboral", un camino complicado de conseguir si, encima, según estos trabajadores, los que gestionan el centro ponen más obstáculos de los debidos.