Las vallisoletanas lograron imponerse por 57-5 al Sant Cugat
Pena máxima en Zorrilla
El Pucela cae (0-1) ante el Celta en un partido decidido por un polémico penalti a favor de los visitantes
El Real Valladolid acabó, como (casi) siempre, hundido. El equipo de Álvaro Rubio perdió (0-1), esta vez en el José Zorrilla, ante el Celta gracias a un polémico penalti por una mano, según Figueroa Vázquez desde el VAR, porque García Verdura no se había dado ni cuenta, que transformó, desde los once metros, un Marcos Alonso que fue de menos a más en el partido. El colegiado no tardó mucho en ir a la pantalla y tomar la decisión, la misma que condiciona a un Pucela a la deriva, descendido de manera virtual, que tuvo las suficientes ocasiones como para no haberse ido de vacío.
RÁCANA PUESTA EN ESCENA
Los blanquivioleta comenzaron el partido con miedo a no perder, y eso que ya no deberían tenerlo porque el pescado, desde hace meses, está vendido (el Club todavía no, lamentablemente). Los locales dieron el balón a los celestes, que manejaron los primeros compases del choque a su antojo. La superioridad llegó hasta tal punto que Borja Iglesias, sin oposición, no acertó cuando lo tenía todo a placer por esa tranquilidad de saber que, tarde o temprano, el gol iba a llegar.
Esa relajación, no obstante, le dio alas al Real Valladolid. Con el paso de los minutos, los de Álvaro Rubio igualaron el encuentro, no en actitud, pero sí en intensidad, y ya no tuvieron que estar tan metidos atrás, como lo estaban al principio. Es más, Guaita tuvo que intervenir a una intentona de Mario Martín, evitando males mayores. Antes, García Verdura no vio un posible penalti a favor de los visitantes que, a la postre, fue el más claro de las acciones controvertidas que tuvo el choque. El propio Giráldez, en rueda de prensa, reconoció los hechos, admitiendo que el transformado por Alonso no era pena máxima.
Entre tanto, Raúl Moro, el mejor jugador de largo de su equipo (vale para cualquier partido), se reactivó y, de sus botas, nacieron los acercamientos más peligrosos del Real Valladolid durante el primer acto. De hecho, Giráldez se ponía nervioso en los últimos instantes porque veía que los suyos se habían relajado más de la cuenta. Aun así, Iglesias, de nuevo, pudo adelantar a los suyos en el añadido, pero su cabezazo se fue desviado en área pequeña.
DIFERENTES SITUACIONES, MISMO RESULTADO
La reanudación parecía sentar mejor al Pucela, que mantenía el guion del encuentro con una cara algo más reconocible, a pesar de los escasos acercamientos a la portería de Guaita. Como, al final, los locales ni intimidaban el área rival, el Celta quería aprovecharse de ese bajón generalizado de un equipo muerto en vida. García Verdura señaló penalti en una acción entre Alfon (estuvo en todas) y Hein que terminó con la carrera del colegiado hacia el VAR.
El árbitro tuvo que rectificar, no pitó los once metros, y sacó amarilla al propio Alfon por simulación. La grada del José Zorrilla, con 17.521 personas (demasiadas para las pocas alegrías que da el equipo), se alegraba de que el empate inicial se mantuviera intacto en el marcador. Álvaro Rubio decidió, en ese momento, agitar la coctelera e introducir dos cambios, que podría haber sido Marcos André, al ver cómo Sylla estaba ya fundido. Sin embargo, prefirió acompañar al '7' con el brasileño, que es el que tuvo las mejores ocasiones para haber adelantado a los suyos.
Un centro raso de Chuki le llega al '9' que, forzado, roza el balón y le manda, por milímetros, fuera de la portería defendida por Guaita. Se desesperaba André al ver cómo esa pelota no llegaba a buen puerto, a pesar del esfuerzo realizado. A la siguiente, el Celta no perdonó. Verdura, otra vez retratado al acudir al monitor, pitó penalti por una mano de Sánchez, que el mismo reconoció que venía de rebote, pero el colegiado, que ni se lo pensó, hizo caso a Figueroa Vázquez y señaló la pena máxima.
Marcos Alonso transformó la misma (0-1) ante los más de 600 aficionados celestes que inundaron la grada visitante del Estadio José Zorrilla. Parecía el cuento de nunca acabar, pero Marcos André quiso ponerle picante al partido en otra acción, que se fabricó de la nada, y que no acabó en gol de milagro. El Celta, con el susto en el cuerpo, tuvo el temple suficiente para amarrar una victoria que le permite acercarse a Europa.
El Pucela, mientras, acabó con una derrota más, y van 20 de los 28 partidos disputados, dejando una imagen de equipo que, ya por inercia, pierde los choques, al igual que por un demérito fruto de una mala planificación, una mala gestión y hasta, incluso, una mala comunicación, ya que ni el derecho epistolar, este que ahora le da por tener, no llega ni al mínimo exigible.
El técnico blanquivioleta define así la derrota del equipo ante el Celta
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