La verdad es que en política los ciudadanos apenas podemos hacer otra cosa que lamentarnos. Lamentarnos sobre España y lamentarnos sobre Europa. Quizás convenga recordar al respecto las palabras que pronunció sobre Europa hace casi 500 años (1543) en la Universidad de Colonia el famoso medico segoviano Andrés Laguna, y que los españoles podemos aplicar también a España

"yo soy aquella infeliz, triste y funestísima Europa, aquella a la que tú mismo a menudo admiraste cuando florecía en todo mi vigor; yo soy aquella a la que, sin ocuparte de nada más, con tanto placer contemplabas; aquella que recreaba admirablemente tus ojos con mi hermosura y encanto natu­rales; aquella que antaño supo encauzar el corazón y la atención de todos a su propia y máxima admiración y reconocimiento". "¿Quién habría podido figurarse que tan elegante doncella se hubiera vuelto así de deforme?".

Sí, no hace poco había una  Europa que ilusionó a los ciudadanos, ya fueran comunistas, liberales, socialistas o democratacristianos, una Europa que ilusionó a franceses y alemanes, los principales implicados en la segunda guerra mundial. Era la Europa de la reconciliación, la Europa del perdón, la Europa que resurgía de sus cenizas, pero una Europa que después ha ido languideciendo por culpa de sus gobernantes.  Era la Europa  de Adenauer, de Spaak, de De Gasperi, de Altiero Spinelli, de Robert Schuman y de Jean Monet, que representaban a todas las corrientes políticas de entonces, una Europa que después ha ido languideciendo por desidia y por  traición de sus políticos, que antepusieron los intereses nacionales -ý muchas veces suyos personales- a los intereses de todos los ciudadanos, abandonando el proyecto inicial y fundamental de crear una Europa federal y una unión política, y no un simple mercado común. Y del proyecto inicial se pasó a una Europa perezosa y adormilada que, en lugar de trabajar e investigar, se ha echado en brazos de América en cuando a la defensa, en brazos de Rusia en cuanto al gas, y en brazos de China en cuanto a su producción industrial.

Ahora, no es momento de lamentarse y de tratar de traidores a Putin o a Trump. Sus propios políticos son los que han traicionado a Europa. ¿Cómo es que ni los partidos socialistas ni los democratacristianos no se han pronunciado aún abiertamente a favor de una Europa federal? Tuvieron en sus manos la oportunidad de crear una unión política, y ahora se lamentan de que la extrema derecha y la extrema izquierda se revuelvan contra Europa

Y en tiempos más recientes aún hubo también una España que nos ilusionó a los ciudadanos y que fue un modelo de transición de la dictadura a la democracia. Era la España de la reconciliación y del perdón, la España que borró el foso entre buenos y malos, entre vencedores y vencidos y –sí, también- entre izquierdas y derechas, pero una España que con el tiempo ha vuelto a los eslóganes y al enfrentamiento de nuestras pasadas guerras civiles  

¿Quién hubiera podido pensar que Europa y España se volverían así de deformes?  ¿A qué se deben estos cambios de rumbo, esta traición a la Europa federal y a la España de la reconciliación? Pues a los partidos políticos, que se han adueñado del proyecto, excluyendo a los ciudadanos, y han pensado más en los propios intereses de partido que en el bien de los ciudadanos. Además, en España, los partidos políticos, al contrario de los ciudadanos, no se han reconciliado y han arrastrado consigo a todos sus incondicionales afiliados, traicionando así a la mayoría de los ciudadanos. En España hemos reavivado los viejos demonios que estaban muertos y hemos volcado contra Europa el desencanto que nos produce la política española. 

Mientras Europa ha superado sus guerras internas y se ha curado para siempre de las heridas que éstas le produjeron, en España se han abierto expresamente las cicatrices. Y, si no es concebible una guerra civil en España, no es por méritos propios, sino porque nos protege el paraguas de la UE, una UE que dejó su soberanía en manos de Los Estados Unidos, de Rusia y de China y ahora se ve incapaz de recuperarla.

Putin y Trump no son los únicos responsables de la situación de Europa.