Miguel y Antonio, que atienden a TRIBUNA en la sede de Aspaym, son dos vallisoletanos que sufrieron accidentes de tráfico por diferentes razones
La época navideña está a la vuelta de la esquina y se supone que es momento, si no lo has hecho ya, para sonreír. Y, además, tienes muchos motivos para hacerlo. En primer lugar, si no ha sido un buen año, sonríe porque se está acabando. En segundo lugar, si te gusta la magia de la Navidad, sonríe porque es tu momento. Y, por último y en tercer lugar, si te gusta pasar un buen rato en familia, sonríe y, sobre todo, disfruta.
Se puede disfrutar de muchas maneras, pero siempre pensando en que hay ciertos límites que es mejor no traspasar. Nos referimos, en este caso, al alcohol y a las drogas. Si todavía piensas que sabes lo que haces, ponte en el lugar de Miguel García (Valladolid, 1969), que él, seguramente, pensaba lo mismo en su día. El vallisoletano sufrió un accidente de tráfico con su coche tras una fiesta, y no precisamente navideña, con sus amigos.
"El accidente de tráfico se produjo el 16 de marzo del año 2003. Veníamos de fiesta, de una larga fiesta... y dura. Bebí bastante y tome algo más que eso. Me salí de la carretera, una que encima conocía perfectamente, a 160 kilómetros por hora. Habíamos estado cinco amigos de fiesta y fuimos en un solo coche. Pero, cuando nos fuimos para casa, cada uno cogió su vehículo. Mis amigos, que venían por detrás, vieron el accidente. Me salvó la vida que estuvieran tan cerca porque en siete minutos se presentó la ambulancia", explica Miguel en declaraciones a TRIBUNA.
Además, sufrió tres paradas cardiorrespiratorias y, al no llevar puesto el cinturón de seguridad, se rompió el diafragma, lo que le obligó a acudir de urgencia a Toledo, que es donde le dijeron exactamente lo que le pasaba. "Estuve 25 días en coma en Valladolid y otros 35 en Toledo. Recuerdo que me desperté y vi a un cura, junto a mis familiares, pensaba que ya había muerto", asegura Miguel, que nunca ha perdido su famoso sentido del humor. Aun así, él sabía que en Toledo no hacían milagros porque le ayudaron a recuperar lo que se podía recuperar. A partir de ahí, le dieron el alta tras 11 meses entre Valladolid y Toledo, y volvió, por fin, a casa.
"En Toledo hay rampas, ascensores, pero vuelves a tu casa, y empiezan los problemas. Vivo en Las Delicias, que no es un barrio muy accesible. Tuve que empezar a adaptarme y adaptar mi casa a mi nueva vida. Tiré la puerta del baño para entrar y puse un plato de ducha en lugar de una bañera", sostiene. Gracias a la plataforma Impulsa Igualdad, a la que pertenece la admirable asociación Aspaym, le fueron domotizando "las persianas y las luces", una labor que, posteriormente, Siri completó. "Es maravillosa", bromea.
Aspaym, de hecho, no solo es la asociación que ha abierto sus puertas para recibir este medio, sino también la que guió a Miguel para la gestión administrativa de su caso y para, sobre todo, "vivir de la mejor manera posible". "Tuve a mi disposición psicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocasionales en casa, un gimnasio...", contextualiza. No obstante, Miguel reconoce que no ha cogido miedo "ni al alcohol, ni a conducir" porque está "igual que siempre". "Me saqué el carnet en Toledo. Lo primero que hice al llegar a mi casa fue comprarme un coche adaptado. Hago una actividad normal, con incluidos mis quads, pero sin tomar alcohol porque no estoy para nada orgulloso de lo que pasó", aclara.
Por estas razones, se considera una persona "independiente" que ha ido aprendiendo "sobre la marcha". Eso sí, la sensibilidad e hipersensibilidad que hay en alguna parte de su cuerpo, como en las piernas, le afecta. "No hace falta que me toques para poder sentir el tacto. A mi mujer la digo que quite las piernas y ella me dice que no me está tocando, pero yo lo siento así. Me gustaría no tener que notar porque no me dolería nada... También reconozco que hay personas que no notan nada, y les gustaría notar", explica.
Por fortuna, aunque tenga cuidado "con las infecciones de orina", que tiene que regular con medicación, puede comer con relativa normalidad. Lo que no le está gustando es hacer deporte porque ha probado el pádel, el baloncesto e, incluso, el ping pong, pero su afición por el quad se ha terminado decantando. "¿Qué le diría al que beba en Nochevieja? Que lo haga, pero que no coja el coche. Es mejor que llame a su padre o a un taxi. No merece la pena cambiar de ruedas", concluye.
Antonio Paras (Valladolid, 1987) es otro de los casos evitables. A diferencia de Miguel, Antonio no tomó nada. Fue otra persona que, con su todoterreno tras pasarse un stop, le impactó en el lateral de su moto el pasado 18 de mayo de 2014. Él iba de camino a Burgos y no pudo llegar, lamentablemente, a su destino. Estuvo 40 días en coma y, cuando despertó, se pensaba que tenía las dos piernas, pero una de ellas ya había desaparecido. "Fue un duro golpe para mí porque no podía ponerme de pie", relata.
Tras una concentración motera, Antonio iba a otra con amigos. Se acostó tarde y se quedó dormido. Aunque le dijeron que no saliera con prisa porque podía tener un accidente, él quiso llegar cuanto antes. Aun así, no fue su velocidad ni mucho menos la culpable, sino la distracción, por llamarlo de alguna manera con respeto, de otra persona la que le provocó que esté, a día de hoy, en esta situación. Después de formar parte seis años del centro hospitalario Benito Menni, Aspaym la acogió y, desde entonces, no se han separado sus caminos. Llevan, de hecho, cuatro años juntos y no hace falta valorar la gestión de su caso por parte de la asociación, solo basta con ver lo que se ríe Miguel... a pesar de todo.
Es más eso ha provocado que no quiera tirar la toalla. "Me gustaría seguir montando en moto porque me encanta. La familia me ha apoyado, pero me gustaría que lo hiciera más. Quiero volver a hacerlo", reitera. De alguna manera, aunque no sea directamente, lo consigue en Pingüinos porque lo disfruta como el que más y les acompaña en los desfiles. Verle disfrutar es otra de las lecciones que nos deja este domingo, que se celebra el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, por lo mucho que le puede cambiar a uno la vida tomar una mala decisión. En este caso, la tomó otro por él, y él, en lugar de dirimir responsabilidades, se propone objetivos que, tarde o temprano, logrará.
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