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El Cuarteto Casals y Kross

Nueva entrega de la sección 'Palabras contra el olvido' de Ágreda

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El Cuarteto Casals y Kross
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

Es complicado. Pero transformar un concierto en palabras tiene su enjundia. Hay que poner imaginación, pasión y perspectiva. Esta tarde la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) dirigida por su titular Thierry Fischer comienza el concierto con dos fanfarrias. La primera la de Aaron Copland que resultó como esa llamada al portero automático de tu piso cuando acabas de coger el sueño.  Y para remate vino Joan Tower con la segunda fanfarria, encima el paquete que traía el repartidor no era para ti.

Resulto desazonador ver como salió la OSCyL a la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del CCMD. ¡Que alboroto, por Dios! Si pareció por momentos la salida del recreo de alumnos de 4º de la Eso. Hablando entre ellos y ellas con toda la naturalidad, sin pensar en ningún momento que el público estaba en completo silencio. ¡Eso no se hace! Linotipista repítalo cien veces. Ya sabemos hace muchos años que fondo y forma es lo mismo. Aplíquense el cuento.

Con esa desgana, no me extraña que les costara Dios y ayuda seguir al Cuarteto Casals. Con los primeros compases de Absolute Jest (Broma total) de John Adams se notó en la sala sinfónica que este cuarteto juega otra liga. La música que sale de su corazón (de sus instrumentos) modifica el espacio, le llena de energía, de tiempo, color y emoción. Por este cuarteo sí que viajan la música hasta el fondo de su alma y llega al público que solo puede agradecérselo.

El Cuartero Casal se apoderó del concierto como Kross se apoderó la otra noche del partido que jugó el Madrid con el Bayer de Múnich. No era necesaria la presencia del director. Su complicidad despertó, por fin al patio de butacas, que agradeció como se hinchaban a dar pases de gol.  

El lenguaje musical tiene sus teclas secretas que a estas alturas de la vida el público que acude al CCMD se las sabe de memoria. Y eso llegó después del descanso la Tercera Sinfonía del colega de Kross, Ludwig Van Beethoven. Y nos descubrió, como hace el 8 del Madrid que hay que aprender a superar los momentos críticos tirando de profesionalidad y "toque". Nunca hay que bajar lo brazos y tomarse un concierto como el que espera su turno en la cola del pan.

No hay que abusar de la paciencia del público. La OSCyL tiene categoría suficiente para remontar el vuelo. A tiempo está. La importancia de la emoción es lo que mueve al personal a salir de casa. Ténganse en cuenta.

 

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