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Elogio de Ripley

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Elogio de Ripley
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.
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La adaptación por parte de Steven Zailliam (guionista de La lista de Schindler, El irlandés, y América Gánster) de las célebres aventuras del personaje creado por Patricia Highsmith en sus novelas 'El talento de Mr. Ripley' o 'A pleno sol' con el sobrio título de 'Ripley', a secas, está ocupando últimamente el tiempo que dedico a ver la televisión aparte de ver los partidos del Real Madrid.

Protagoniza la serie el actor británico Andrew Scott, que está esplendido. Le acompañan Jonny Flynn, Dakota Fanning y Elliot Sumner también a un nivel altísimo. Esta serie destaca sobre todo porque está rodada en blanco y negro. Y la trama. Porque Ripley es una obra de arte que se va convirtiendo con el paso de los capítulos en una suerte de Caja de Pandora de la que brotan incesantemente relaciones con la pintura, con la escultura, con la fotografía, etc.

Todo, tejido a fuego lento y en busca de la belleza. Esta serie se podría ver con el sonido apagado que daría igual. Porque Ripley todo lo abarca: la filosofía, la sociología, la religión, la antropología y la historia. Y Caravaggio. Y te permite viajar por Grecia e Italia sin colas, ni agobios, ni turistas.

Steven Zailliam se mueve como pez en el agua en el mundo enigmático de Ripley. La belleza de las imágenes, la belleza de la forma que está filmada que tanto me ha recordado a Ciudadano Kane o El Tercer hombre de Orson Welles está implícita la belleza de la serie. En la belleza de su simbología lleva implícito su significado.

Sus luminosas y cromáticas imágenes, tan llenas de luz, se dirigen al corazón del espectador que tiene la posibilidad durante los cincuenta minutos que dura cada capítulo, sumergirse en la historia y olvidarse de la dura y banal actualidad.

Sometidos todos al cautiverio de la vertiginosa actualidad, viene bien conectar con Netflix y darse una tregua. No se me pasaría por la imaginación verme toda la serie en una tarde. Un capítulo diario para ir asimilando lentamente sus intrigas, sus vistas, sus cafés y paisajes y por unos momentos trasportarte a otro mundo, a otra vida, a otro amor, a otra ciudad. Yo soy otro y eso otro también soy yo.

Ripley, Juan tenía razón, esta serie te va a gustar. Una vida, la de Ripley fuera de las reglas resulta atractiva desde el sillón de casa. Porque la vida no deja de ser contradicción e ironía, y felizmente también en ver series como esta que tiene un poso que te dura mucho tiempo en la cabeza.

 

 

 

 

 

 

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