El artista actuará el próximo 26 de abril en el parking del Estadio José Zorrilla
Pan, escabeche, aceitunas, queso y vino para llevar los judíos de Tordesillas
Existe un dicho en Tordesillas, más que apoyado por la costumbre y la realidad, que dice que "cambia el tiempo cuando se mueven los judíos". Cierto. Los tres sayones que componen el paso, junto a Jesús atado a la columna del escultor Felipe Espinabette, son sacados de sus hornacinas por sus cofrades para colocarles en la carroza en la que saldrán en procesión por las calles. Ese momento se produce en la semana previa a la semana santa y en ese instante cambian las circunstancias meteorológicas, apareciendo lluvia,
Ahí están en esa fotografía captada cuando pasaban por la plaza mayor de la Villa, "pimentero", "aceitunero" y "el calvo" que esos son sus nombres populares, con las correas arreando las espaldas del Redentor atado a la columna y que siguen en la actualidad siendo los mejores hombres del tiempo que deberían estar incluidos hasta en el calendario zaragozano y en las cabañuelas del tiempo. Y luego decimos que en Tordesillas no hay nada... ¡Pero si tenemos hasta el trío del tiempo, tres judíos meteorólogos y sin fallos!.
¡Atentos todos al tiempo que se van a mover los judíos!.
Y para completar la historia en este portal informativo de TRIBUNA VALLADOLID os quiero hablar de quienes los portaban, porteadores, en otros sitios los llaman costaleros, porque iban tapados con un saco o costal de grano echado por la cabeza para protegerse y eran quienes cargaban o descargaban mercancías. Por tanto hombres fuertes, vigorosos, plenos de bríos y fortaleza.
Si os fijáis bien en los personajes de la fotografía que llevan en andas el paso de Felipe Espinabette saliendo de la Iglesia tordesillana, estos dan pauta en sus caras más de necesidad que de holgura corporal. Con chaquetas de pana y mirando a la cámara como hacen el del tiro delantero y el de la parte trasera del andamiaje, sus miradas son nobles, sencillas y marcando emotividad en la tez oscura, curtida por el sol.
La Cofradía de la Vera Cruz y el Santo Sepulcro obsequiaban a quienes portaban por las calles en esa catequesis ambulante las tallas el Viernes Santo con pan, aceitunas, queso y vino que aliviara un tanto el ajetreo, el esfuerzo y diera mayor aguante al trabajo que suponía el movimiento acompasado del paso.
Hoy vienen en esta imagen de los años 30 a recordarnos el trabajo que suponía esta semana de Pasión para todo el pueblo mientras las mujeres con una vela y en fila cantaban: "¡Perdona a tu pueblo, perdónalo Señor!. ¡No estés eternamente enojado!".
Así era aquella Semana Santa tordesillana de emotiva sinceridad, silencio y oración.
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