El globo de Pharsalia

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 El globo de Pharsalia
Fotografía de Nacho Carretero.
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

Llegó la Compañía Antonio Ruz con su espectáculo Pharsalia al Laboratorio de las Artes y la Letras (LAVA) y dejó claro desde el minuto uno que en la palabra y en el cuerpo hay veces, como esta, que no dicen nada. Nada de nada por decirlo rápido y corto. Realmente no sé todavía lo que querían decir o lo que no querían decir que para el caso es lo mismo.

Hay en Pharsalia más presentación que representación.  Presentación de unas acciones, gestos, posturas, gritos e instrucciones que no tenían ninguna relación con lo allí se oía a un volumen de discoteca, volumen Heavy metal que ponía dolor de cabeza. Aquello más se parecía a la música que ponen en Guantánamo a los presos para que "canten la gallina" que otra cosa. ¿Es necesario tanto volumen? y van no sé cuántas veces, pero imposible, no ponen remedio.

Y el globo seguía sin despegar. Lo que se escuchaba por megafonía en un idioma imposible de entender no tenía ningún sentido. Y cuando las cosas no tienen ningún sentido uno tiene la sensación de que está allí perdiendo el tiempo. El problema viene de cuando se quiere representar todo, la guerra, el hambre, el odio, la ambición, el cambio climático, el adulterio y la cuadratura del círculo polar es que no se representan nada.

¿Qué sabemos de la guerra si nunca hemos estado en ella? Más me pareció ver un campamento militar de fin de semana para ir a despejarte y desestresarte pagando una pasta gansa para luego contárselo a tus amigos el lunes en la oficina...

Es lo que tienen los laboratorios, que todo con lo que se quiera experimentar es legítimo. El profesor Bacterio, creado por Francisco Ibáñez solía probar todos sus inventos con sus compañeros de trabajo y la gracia estaba cuando se equivocaba y provocaba unos efectos que daban risa.

Aquí con Pharsalia el efecto que me provoca es que termine cuanto antes para ir a tomar una caña y sentirte vivo. Porque uno tiene la impresión de que, viendo determinadas obras, esta, por ejemplo, uno tiene la sensación  de que la danza-teatro está muerta y bien muerta.  El teatro tiene que servir para encontrar la armonía y sentido en algo que no lo tiene. Aquí con esta obra pasa justamente lo contrario. El teatro da orden al caos y crea belleza y sobre todo un sábado a estas horas lo que se pide "por megafonía" es procurar algo de felicidad, aunque no se tenga derecho a ella.

Luego están los de siempre que se ponen en pie y gritan ¡Bravo, bravo! Pero eso ya es otra historia.

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