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La ejemplaridad del gobierno

La opinión de Diego Jalón, como cada viernes, en TRIBUNA

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La ejemplaridad del gobierno
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 6 min.
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Pues resulta que el pato murió antes de la mascletá, como ha demostrado el vídeo de un vecino que paseaba con su hija y lo grabó, ya difunto, horas antes de que estallaran los petardos. Para los que no estén al corriente del asunto, resulta que el alcalde de Madrid decidió organizar una mascletá para, según dice el ayuntamiento madrileño, "llevar un trocito de las Fallas a Madrid coincidiendo con el fin de semana anterior de la Crida, fecha clave en el calendario fallero, porque supone el arranque oficial de las Fallas de Valencia 2024".

Al sonoro evento acudieron la alcaldesa de Valencia y el presidente de la región. Se celebró en el Puente del Rey, sobre el Manzanares, aprendiz de río, que decía Quevedo. El caso es que tanto Más Madrid, que ahora viene siendo Sumar, o no, según se mire, y diversos grupos ecologistas se indignaron ante el anuncio de semejante despliegue pirotécnico. Y advirtieron del enorme daño que iba a causar a la avifauna de la zona. Tras el petardeo, esgrimieron, para demostrar lo fundado de sus temores, la imagen de una hembra de pato azulón muerta, al tiempo que acusaban a Almeida de asesino patético. Dice el hombre que grabó el video que a él no le gusta la mascletá, pero que tampoco le gustan las mentiras.

Y es que esto del pato puede parecer una anécdota, pero en el fondo es una gran metáfora de la política española desde que Sánchez, en vez de construir viviendas sociales, hospitales, ferrocarriles o embalses, decidió que lo urgente era construir un muro. Gracias esta obsesión desbocada de emperador chino, casi cualquier asunto viene a ser como este de Almeida. Y se puede resumir en que da igual que el alcalde de Madrid no matase al pato, porque está en el lado incorrecto del muro y por lo tanto es un asesino de patos, aunque no haya matado a ningún pato. Ni pata. En esto, ni los ecologistas ni los de Sumar han estado muy finos con el lenguaje inclusivo.

Ahora con lo de Koldo, Ábalos y demás amiguetes, vemos que el patrón encaja a la perfección. Cuando a Sánchez le preguntan, ya sea en su amado Marruecos, al que realiza viajes de vasallaje e incluso de vacaciones a Marrakech en agosto, que ya son ganas de pasar calor, o el otro día en el Congreso, la respuesta es la misma. El presidente expresa su compromiso contra la corrupción, "caiga quien caiga", y con la transparencia, pese a que no da ninguna explicación. Pero siempre se remite al hermano de Ayuso y repite que es "un caso que no se ha investigado".

Ya sabemos que miente, que el caso fue archivado por la fiscalía española, que depende de él, y por la fiscalía europea, que no depende de él. Es público, notorio y conocido. Pero el presidente parece no haberse enterado de que el hermano de Ayuso no mató a ningún pato. Da igual, está al otro lado del muro, es un asesino de patos y no hay más que hablar. Y luego, cuando Feijóo le pide que responda a la gran pregunta, que es por qué fulminó a Ábalos en 2021 y si ya sabía entonces de sus manejos, Sánchez le llama Torquemada y le dice que, al ser del PP, no está en disposición de afear a nadie corrupción alguna. Y menos a él, que es un baluarte contra esa lacra que inventaron en España los populares.

Es lo que los psiquiatras llaman "memoria selectiva", que en Sánchez es una especie de memoria histórica, o de memoria democrática, como prefieran ustedes, según la cual, sólo han existido en nuestro país los casos Kitchen y Gurtell, pero no los de Juan Guerra, ni Malesa, ni Filesa, ni los cursos de Formación, ni Mercasevilla, ni los EREs... ni ninguno de los cientos de casos de corrupción ya juzgados o en proceso, en los que han estado y están implicados miembros, dirigentes o personas relacionadas con el Partido Socialista.

Así que Ábalos es "el mejor ejemplo de la ortodoxia de partido, del puro respeto a lo que es la historia de este partido". Que no lo digo yo, que lo ha dicho esta misma semana la portavoz de Ferraz, Esther Peña, y tiene razón. Y Sánchez es el paladín contra la corrupción, siempre que no entremos en detalles. Porque, aunque insiste en que su Gobierno "ha hecho de su ejemplaridad y de la ejemplaridad su bandera", lo que demuestran los hechos es más bien lo contrario. Su bandera, si es que tiene alguna digna de ese nombre, ha sido la mentira y el incumplimiento de todas y cada una de sus promesas.

Dice el presidente que es "una ejemplaridad absoluta, total, que no entiende de colores". Pero si de algo parece entender Sánchez es precisamente de colores. Si algo le ha puesto en la presidencia y le mantiene en ella después del 23 de julio, es haber enterrado la igualdad de los españoles ante la ley y tratar de forma diferente a los ciudadanos en función de su color político, siempre para satisfacer sus necesidades. Por eso se ha dedicado a indultar primero y ahora a tratar de amnistiar a los independentistas. Una amnistía en la que se discute si entrarán o no los delitos de terrorismo o de alta traición, pero que sin duda incluirá los de corrupción y malversación. Así es como entiende Sánchez que "esa lucha contra la corrupción debe ser implacable, venga de donde venga y caiga quien caiga".

Esta ha sido una semana repleta de sorpresas para el presidente. Debió flipar al reunirse con el luchador Ilia Topuria, que le pidió que le concediese un DNI español. Acostumbrado a reunirse con los que quieren devolverle ese DNI para que se lo meta por donde le quepa, el campeón de la MMA le debió parecer un marciano. Y seguramente le sorprendió también que Ábalos utilizase para defenderse el mismo discurso que él recitaba en 2017 cuando quería volver a ser secretario general del partido que lo echó a patadas. Lo de "he venido en mi choche", "estoy sólo", "no tengo ni una secretaria", "me enfrento a la derecha y a los dirigentes de mi propio partido" o "tengo el apoyo de la militancia", le debe resultar conocido. Pero no puede reclamar derechos de autor, porque seguramente el que le escribió entonces aquel discurso es el exministro que ahora lo maneja con tanta soltura.

Dice Ábalos que en su partido "anteponen cuestiones de poder a la justicia". Y así es, no ha podido describir mejor, ni en menos palabras, a su secretario general. Pero puede estar tranquilo, la justicia sigue su curso, pese a quien pese y por mucha comisión para investigar el lawfare que Sánchez y sus socios pongan en marcha en el Congreso. Los jueces y no las soflamas políticas serán los que decidan qué pasa al final con todo esto que vamos sabiendo de Koldo, de Ábalos, de Aldama, de Globalia y Air Europa, de las reuniones en Moncloa con Begoña, de los contratos en Canarias o de la incapacidad de Francina Armengol para distinguir una mascarilla de un trapo, pese a ser licenciada en Farmacia.

Serán los jueces los que darán la medida de la ejemplaridad contra la corrupción de este Gobierno. De momento lo que sí conocemos son los datos de la encuesta de condiciones de vida del año 2023 del INE, según los cuales la carencia material y social severa pasó del 7,7% al 9% en 2023, mientras que el riesgo de pobreza o exclusión social aumentó hasta el 26,5%, la tasa más alta desde 2015. También subieron, del 8,7% al 9,3%, los que llegan a final de mes con mucha dificultad. Todo un ejemplo de progresismo. Conseguir estos logros sociales justifica al parecer cualquier muro, cualquier corrupción y cualquier amnistía, con tal de que Sánchez siga en La Moncloa.

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