La opinión de Guillermo Delgado, como cada lunes, en TRIBUNA
A galopar
La opinión de Diego Jalón en TRIBUNA
"Mal empieza la semana para el que ahorcan el lunes", dice el proverbio mexicano. Y la verdad es que este temible bisiesto tampoco es que haya empezado muy bien para los que vivimos en España. Salimos del 23 y entramos en el 24, pero el surrealismo desbocado que lleva un tiempo caracterizando lo de nuestra cosa pública sigue a galope y no da síntomas de fatiga. Y que nadie se equivoque, por mucho que apriete el de Waterloo, el ahorcado no será Sánchez, sino el resto de los españoles.
Los partidos, o lo que queda de ellos, especialmente de uno de ellos, que conforman la coalición de nuestro gobierno progresista, llevan desde julio, a cuenta de esto que llaman la pedagogía, explicándonos que hay que "desjudicializar" la política. Ya saben, que los delitos que cometen los independentistas son un problema que hay que resolver con el negociador salvadoreño y no en los tribunales previstos para estas cosas en los países democráticos.
Así que amnistía para desjudicializar golpes de Estado y malversaciones, invasiones de aeropuertos, tenencia de explosivos de los CDRs o algaradas callejeras que dejaron Barcelona hecha un solar. Pero ahora resulta que lo que sí hay que judicializar son las bolitas de plástico y los muñecos de trapo. Y ya han puesto a trabajar en ello a la Fiscalía, a ver si encuentra la forma de acusar a la Xunta de algún delito por no impedir a un carguero liberiano perder unos contenedores cuando navegaba por las costas de Portugal.
Y también para condenar por delito de odio a quienes apalearon a un pelele, de indudable parecido a nuestro presidente pues tenía una nariz de Pinocho, en un país en el que cada año por San José se celebran en Valencia unas fiestas en las que se queman figuras de políticos, artistas, futbolistas... Mientras que el Gobierno quiere despenalizar actos similares contra el Rey o la bandera, Sánchez pretende erigirse en una especie de profeta Mahoma al que nadie pueda ofender sin sufrir una fatua de terribles consecuencias, como le ocurrió a Salman Rushdie o a los redactores del Charlie Hebdo.
Por este "camino claro hacia el agua", como definen los musulmanes a la sharía, pronto el uso de una muñeca hinchable será una agresión sexual no consentida y una canción o un chiste contra nuestro presidente un magnicidio que tendrán que perseguir esos tribunales para los que los políticos deben quedar impunes. Lo ficticio sometido a la acción judicial y los hechos realmente delictivos reducidos a comportamientos sin trascendencia penal.
Según denuncian esos políticos socialistas que parecen títeres movidos por los hilos invisibles que maneja su patrón, lo grave de esa violencia simbólica es que "algún día alguien recibirá un bofetón por la calle". Pero nada decían, ni dicen, cuando los bofetones, escraches, empujones o pedradas los reciben otros y son sus seguidores quienes acosan no a muñecos, sino a personas reales. Entonces no hay ningún problema ni temor, porque los odiados son los otros y los odiadores son ellos. "Nadie, nadie, que enfrente no hay nadie".
Muy pronto me parece que se nos ha olvidado que en Euskadi las que tenían que esconderse eran las víctimas y no los criminales, esos que ahora siguen recibiendo homenajes y a los que se incluye en las listas electorales. "Que es nadie la muerte si va en tu montura". Y si no espabilamos nos van a acabar convenciendo de que mofarse del poderoso o apalear a un muñeco es más grave que hacer lo contrario de lo que se promete o contarnos que lo que todos vivimos y sufrimos hace unos años nunca sucedió.
Todo este surrealismo tiene a veces su lado gracioso y alcanza momentos sublimes cuando comprobamos que algunos de los monigotes del corifeo se acaban creyendo sus propias mentiras y se sorprenden cuando la tozuda realidad les lleva la contraria. Esta semana, por ejemplo, hemos visto a Patxi López, ese río desbordante de torpeza, que es a la banalidad lo que el delta del Okavango a la flora y la fauna africana, a la sazón portavoz parlamentario del PSOE, mostrarse perplejo ante la amenaza de Junts de no votar sus decretos.
"No es comprensible que hayan dado su apoyo a un Gobierno progresista y después, cuando llegan las medidas progresistas, no las apoyen", decía muy serio. ¿Realmente se cree que a los de Puigdemont les importa una mierda el progresismo, la solidaridad o la igualdad entre los españoles? ¿Realmente se cree eso de que "es radicalmente falso que la amnistía se hiciera para posibilitar la investidura", como repiten vicepresidentes y ministros? ¿De verdad cree Patxi que sus socios en esta legislatura han investido a Sánchez para hacer avanzar a España por la senda del progreso?
Bueno, pues por si de verdad lo creía, hay que agradecerle a Miriam Nogueras que se lo haya explicado: "Con nosotros, no intente tentar la suerte. La cuestión no está en si España tiene un Gobierno más o menos progresista, sino en el conflicto histórico entre dos naciones". Y por si no estaba lo bastante claro, lo concretó aún más: "Nuestros votos están al servicio de los ciudadanos de Cataluña y de nuestro país, no al suyo ni al del reino".
Tal vez, sólo tal vez, Patxi cayese entonces en la cuenta de que Puigdemont no hizo presidente a Sánchez por su progresismo, sino porque con tal de serlo está dispuesto a ceder a todas y cada una de sus exigencias, que no son precisamente esas "medidas esenciales para el bienestar de nuestros ciudadanos, que mejoran su vida y resuelven los problemas de la gente", que pretende Bolaños.
Tampoco los otros parecen muy preocupados por todo eso del progresismo y de los problemas de la gente. Me refiero a esos diputados de Podemos que, como los personajes de la película de Amenábar, todavía no saben que están muertos. Ya hemos comprobado que sólo les mueve el deseo de venganza contra esa pobre Yolanda que confesaba afligida a su amiga Julia Otero que "así no se puede gobernar". Además de en el couturier y en el coiffeur, Yolanda ha edificado su formidable leyenda política como dialogante forjadora de acuerdos imposibles, pero resulta que ahora parece más dispuesta a hablar con Borja Sémper que con Ione y Lilith, y claro, andan ellas un tanto rebotadas. "A corazón suenan, suenan, resuenan las tierras de España en sus herraduras".
Así que empieza el año y muy poco ha cambiado. Seguimos con los decretos ley de cientos de páginas y medidas diversas que hurtan el poder legislativo al Parlamento, las cesiones a los independentistas, los chantajes al resto de regiones y a las empresas y el total abandono del interés general de los ciudadanos. Sánchez sigue a lo suyo, que no es otra cosa que tirar para adelante como sea, y enterrar en el mar, o en las playas de Galicia, cualquier resquicio de respeto por las normas democráticas, con la excusa de ese progresismo y ese supuesto interés general que ni a él ni a ninguno de sus socios les importan lo más mínimo. "A galopar, a galopar".