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Cuarteto Casals en el CCMD

Palabras contra el olvido 562

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Cuarteto Casals en el CCMD
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

No creo que el público de la Sala de Cámara del Centro Cultural Miguel Delibes tenga que entender por completo El arte de la fuga de Johann Sebastian Bach que ejecuta el Cuarteto Casals. No me parece oportuno resolver el enigma de la música de Bach siguiendo ese acertijo que dice... lo que quería decir el artista era? Aunque cada espectador puede pensar y sentir lo que crea conveniente, faltaría más.

Lo que sí que hace el Cuarteto Casals desde la primera nota es conmover al público. Inquietarle, incomodarle, apenarle. Alegrarle. Lo que sí que hace es que el aire sonoro que llega al oyente, la música, la siente como familiar, como se reconoce a un amigo, una calle. El mar.

Lo que sí se reconoce en El arte de la fuga es el aluvión de recuerdos que pasan por tu cabeza, recuerdos que siempre están presentes y que son introducidos, nota a nota por los miembros del Cuarteto Casals:  Abel Tomás, violín; Vera Martínez, violín; Jonathan Brown y viola y Arnau Tomás. ¡Linotipista, repita sus nombres cien veces!

Recuerdos que te llevan por momentos a un mundo extraño, desconocido, e inquietante. Y silencio. Un silencio en los rostros del público, como quería J.S. Bach. No había en las caras del público rastro de congoja, ni de tristeza, ni de remordimiento. La música que estaba escuchando servía  de narcótico eficaz para aliviar su dolor, su pesar.

 El sonido del Cuarteto Casals, la música de Bach llega al patio de butacas y es un bálsamo. Esta obra universal es de todos y para todos. Una obra que invita a celebrar la dicha de la vida. Toca el Cuarteto Casals con una normalidad que gratifica. Esto es lo más difícil en la música. Y en casi todo. Solo lo tienen algunos músicos y algunos paisajes. Y el mar, o la brisa.

¡Qué placer, que frescura, que talento tienen todos en el Cuarteto Casals! Todos compartiendo saberes juntos. ¿No es eso un cuarteto? No es imposible bañarse dos veces en el mismo río cuando se raya esa profesionalidad que gasta esta gente. Con ellos la música se vuelve cristalina y tiene una fuerza desgarradora.

Compositor, músicos y público encontrándose en una sala de conciertos en silencio.  El silencio desnuda el sentimiento ante la escucha y va abriendo el camino, anunciando la belleza exacta de la música que recompone el orden que rompe lo real.

Para Tana.

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