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Esbozos de Hungría

Palabras contra el olvido

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Esbozos de Hungría
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
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De Hungría, en el colegio, solo conocíamos a un jugador de fútbol que se llamaba Ferenc Puskás. Sabíamos que metía goles de todos los colores; considerado por la UEEFA y la FIFA como uno de los mejores futbolistas de la historia. También teníamos cromos de Kubala, Kocsis, Ferenc Bener, Czibor y de Szusza y por supuesto de Di Stéfano que era el mejor de todos.

Me estaba acordando de todos ellos mientras leía en las notas al Programa 5 los nombres de Béla Bartók, Yyörgy Ligeti, Zoltn Kodály. Todos tienen unos nombres musicales que traen a la mente recuerdos de otros tiempos y lugares. El poder de la música siempre te lleva a lugares que creías que ya había desparecido de tu memoria para siempre.

Suenan los primeros compases de Magyar Kèper (Bocetos húngaros) Sz 97 de Béla Bartók y la presencia intensa del folklore húngaro se hace presente en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del CCMD. El amor por sus paisanos infunde las notas de la partitura de Bartók que se desparraman por la sala dejando un regusto melancólico en el patio de butacas,

Luego llega el Concierto para violín nº 2. Sz 112 de Bartók ejecutado por la extraordinaria violinista Vilde Frang y "nos puso las pilas" como se dice ahora. La violinista toca un instrumento Guarneri del Gesú de 1734, cedido por un benefactor europeo. El talento de Frang cautivó a la sala con la primera nota.

Sin descomponer su figura, los brazos amplios, gesto meridiano y firme, sugerente cuando tocaba, extraía de su violín unas sonoridades rugosas, acolchadas y a ratos impetuosas, convenció a los músicos de la OSCyL, a su director, hoy dirigía Pablo Rus Broseta y al público que la miraba embobado.

Descanso. El público "había sudado la camiseta" escuchando a Wilde Frang y necesitaba un "tente en pie" para reponer fuerzas y escuchar a Ligeti y a Zoltán Kodály. El Concierto rumano de Ligeti resaltó brillantemente las múltiples melodías y contrapuntos del maravilloso concierto.

Con las Danzas de Galanta de Zoltán Kodály, la OSCyL fue capaz de extraer todos los pequeños matices que contiene la partitura, de colarse por todas las grietas, de ocuparse de lo pequeño, para llevar al oído del oyente mundos lejanos, mundos novelescos. Llevar, en definitiva al que escucha, al que sabe escuchar, a la busca de la verdad, como fuerza liberadora y como aporte ético fundamental para vivir en estos tiempos que no sabe uno como llamarlos.

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